El destino no ha llevado a una frontera final. Allá donde cruzarán abrazadas la vida y la muerte, dejando atrás las guerras sin vencedores y la paz sin perdedores. Quizá camino a "Ciudad Esmeralda", dejando flores, lágrimas y versos al andar. Allá junto al león cobarde, el frío hombre de hojalata y al tonto espantapájaros -que son el resto la Humanidad- en busca de la paz y la felicidad que la Bruja mala y el iluso Mago del siglo tratan de borrar del cuento… “La guerra no tendrá vencedores y la paz no tendrá perdedores”, dijo el jerarca turco Erdogan ante la 78 Asamblea General de Las Naciones Unidas, intermediando por la paz mundial. La frase describe que sólo la paz nos lleva a la gran victoria de la Humanidad. Porque es el triunfo de la vida sobre la muerte, la sombra y el odio racial. El engaño de nuestra civilización sin gloria es el clásico sofisma de imperios borrados que ha marcado nuestra gran derrota ante la Historia: “Si vis pacem para bellum” (Si quieres la paz, prepárate para la guerra). Lo que se opondría a “Si vis pacem para pacem” (Si quieres paz, prepárate para la paz). “En la guerra, cualquier bando puede llamarse vencedor, pero no hay ganadores, todos son perdedores” -expresó alguna vez el político británico Neville Chamberlain. Ello por el alto costo de vidas, piedad y esperanza. "En la guerra no hay ganadores ni perdedores… Sólo sobrevivientes" confesó por su parte el padre Antún Ramos de Bojayá, el Chocó. Uno de los religiosos que más ha sufrido la violencia y el dolor en la masacre ocurrida dentro de su iglesia donde murieron más de 80 personas mientras oraban al Cielo, pidiendo la redención de un nuevo amanecer.
Guerra sin vencedores y paz sin perdedores
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