Como en tiempos del Cromañón y el Neanderthal, dos especies -etnias, imperios o culturas- se disputan ahora el poder y dominio en la Tierra: El hombre de la guerra y el hombre de la paz. No sabemos cuál de los dos engendre finalmente al nuevo o último hombre en el planeta y las estepas de la historia. Por una parte, las economías del mundo y las superpotencias despliegan a los cuatro rumbos sus usualmente cruentas guerras económicas. En todas las recesiones, la industria de las armas y del terror levanta las economías porque implica vender equipo militar, medicinas, tecnología satelital, alimentos enlatados, aviones, tanques, misiles, equipos médicos… Incluyendo —irónicamente— las prótesis para lisiados de guerra. Tales son piernas plásticas, ojos de vidrio, manos de caucho, tripas de silicón, huesos de titanio… El climax de inhumanidad es el tráfico y comercio de órganos humanos que suele abastecer el genocidio de guerra. Es el Cromagnon en los desiertos de la paz nuevamente bajo el fuego de los cielos, en el terrible amanecer de una incierta nueva era. Volviendo desde allá, herido del costado, sin gloria y sin banderas. Sin dios ni esperanza. Quizá sin porvenir.
Las guerras del cromañón sin gloria
.