Las profecías de la evolución natural se cumplen. La gloriosa y decadente civilización del siglo veintiuno funda las bases de un esperado nuevo hombre y orden sobre el mundo. Los modernos genios bárbaros cumplen la antigua sentencia: “Ignes Natura Renovarun Integra” (INRI). Es decir, “Natura entera es renovada por el fuego.” Al parecer el mercado en llamas del “Hombre de la Guerra” -en medio del deslumbrante fuego mortal de tanques, aviones y misiles de largo alcance- pretende fundar en el mundo el reino de una nueva humanidad, mediante la muerte y el genocidio. Destruyendo reinos y ciudades, intenta llevarse “la triste gloria de alcanzar la victoria” en el amanecer del nuevo siglo. La gran incógnita es si el nefasto y “glorioso” mercader de la guerra, tiene que morir o continuar subyugando al mundo con su poder y su siniestro mercado de espanto y dolor. La desconcertante tesis de que sólo el poder de las armas sentará las bases del nuevo orden, trasciende el divino ideal de paz de esta atormentada civilización. ¿Es más grande el poder de las armas que el poder del amor? No precisamente el amor mesiánico sino el amor y la piedad inteligente de una humanidad que ha llegado a las estrellas con sus naves de luz, pero no así a su propio corazón.
Mercado en llamas del hombre de la guerra
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