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El médico frente al enfermo, humanismo y profesionalismo

El Médico debe tomar en serio su apostolado, aceptar tácitamente su obligación de cuidar de sus Enfermos como un privilegio que la vida le otorga y que acepta voluntariamente con honor, constituyendo esto la característica fundamental de su ejercicio, sin lo cual fácilmente podría confundir la Medicina con un oficio proclive a adquirir costumbres viciosas que pugnen contra el hombre, torciendo y corrompiendo la profesión.

Por Rodman López
Cirujano oncólogo

El Médico ha sido figura prominente en todas las sociedades humanas a lo largo de los siglos y ha sido visto siempre como una persona buena, experta en curar…. que acompaña y asiste en sus sufrimientos, dolores y miserias al Enfermo, ese ser humano de carne y hueso, que vive, que ama, que piensa, que sueña…. que está amenazado de morir….
Para un Enfermo, el mejor Médico es aquel que tiene el arte de escuchar, que lo mira con genuino respeto y compasión, que es un excelente comunicador y educador, que sabe infundir en él confianza, comprensión y apoyo, y calma su sufrimiento poniendo todo su talento, habilidades, destrezas y recursos sin esperar nada a cambio…. digamos, un Apóstol.
Para devolver la salud a su paciente, el Médico necesita adquirir conocimientos, desarrollar destrezas y habilidades especiales durante muchos años de férreo entrenamiento, conocer normas, reglas y protocolos para el manejo de cada condición patológica, a esto se le llama profesionalismo. Pero al Médico el profesionalismo y sus títulos y diplomas, no le bastan para cuidar de sus Enfermos; le hace falta todavía el toque divino del humanismo, esa actitud que le permite al Enfermo advertir en los gestos y en los ojos de su sanador, esa señal del interior del alma que le dice que antes que Médico, es su amigo.
El profesionalismo médico es una cualidad de orden académico; el humanismo médico es una cualidad de orden moral y ético. El profesionalismo es excelencia clínica y técnica; el humanismo es sensibilidad ante la vulnerabilidad y compasión ante el sufrimiento; es un paquete de valores morales.
Las escuelas de medicina y hospitales deben reorientar la filosofía de la enseñanza porque actualmente no se preocupan por el desarrollo del humanismo en el Médico en ciernes orientando la carrera hacia el conocimiento de la enfermedad y su tratamiento, siendo el Enfermo considerado sólo como un portador de enfermedades o como un terreno donde ellas se desarrollan.
El Médico debe tomar en serio su apostolado, aceptar tácitamente su obligación de cuidar de sus Enfermos como un privilegio que la vida le otorga y que acepta voluntariamente con honor, constituyendo esto la característica fundamental de su ejercicio, sin lo cual fácilmente podría confundir la Medicina con un oficio proclive a adquirir costumbres viciosas que pugnen contra el hombre, torciendo y corrompiendo la profesión. Las más perniciosas de estas malas costumbres son el afán de lucro que lleve a la comercialización de la relación Médico-Enfermo y la negligencia que conlleve a la desactualización de los conocimientos.
La primera responsabilidad profesional del Médico es poner especial cuidado en actualizar sus conocimientos ya que en Medicina los cambios del saber son muy rápidos, las verdades son efímeras y el que no renueva su bagaje irá cargando con un fardo de conocimientos inútiles que aplicarlos al enfermo, es una forma dañina de atenderlo.
La primera responsabilidad moral del Médico es no permitir que las presiones de la sociedad, las instituciones sanitarias o su entorno lo obliguen a tecnificarse cada día más en detrimento del humanismo, llevándolo a comercializar la relación Médico-Enfermo. Estas presiones pueden provenir del crecimiento poblacional, los avances tecnológicos, el mayor acceso de los pacientes a la información, los acuerdos económicos de las instituciones sanitarias con las farmacéuticas y las compañías aseguradoras, las presiones presupuestarias de los sistemas de salud, la precarización de los salarios y el exceso de trabajo en la medicina institucional, las estructuras financieras y políticas de las que el médico y el enfermo dependen, las implicaciones laborales y legales del juicio médico, etc.
Si bien es cierto que la Medicina como profesión arrastra un pecado original que es el cobro de honorarios-pues sin ello el ejercicio de la Medicina fuera un verdadero apostolado- es cierto también que para ganar el sustento diario, el Médico debe cobrar por los servicios prestados, lo cual debe entenderse como valores simbólicos que le permiten vivir honorablemente, pero que no pagan nada, porque ningún capital del mundo bastaría para pagar el sentido humano del servicio y la entrega dedicada a la salvación de una vida. El ejercicio médico no puede ser un trueque ni un comercio, pero el Médico puede cohonestar la nobleza de servir con la modesta ambición de llevar una vida decorosa.
El profesionalismo y el humanismo, indisolublemente entrelazados son las cualidades fundamentales requeridas para que un Médico ejerza su noble tarea de servir.

Cirujano Oncólogo

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