Usualmente mi familia tiene un dicho para toda ocasión. Hay uno que constantemente puede ser utilizado para analizar la política de El Salvador. “Si el río suena es porque piedras lleva” o incluso “piensa mal y acertarás”. Y es que nuestro contexto político y político partidario nos deja mucho que desear, constantemente ha sido asociado como algo malo, inservible, corrupto, y un sin fin más de adjetivos. Es como que la política se convirtió en una “mala palabra”.
Honestamente, les doy la razón. Para mí hay poca esperanza en el presente y futuro cercano de la política salvadoreña. El más claro ejemplo es la reelección presidencial. Tenemos meses escuchando un amplio debate de si es o no constitucional. Y la respuesta es no, no lo es. Existen 6 artículos en nuestra Constitución que lo prohíben totalmente. Pero es que la pregunta, en nuestro contexto actual, ya no es si es legal o no. La pregunta, para cualquier ley nueva aprobada es ¿quieren y pueden hacerlo? Y normalmente la respuesta es: sí, quieren, sí pueden, y sí lo están haciendo porque de poder, pueden, sin importarles si es legal, constitucional, bueno o adecuado. ¿Y por qué es que pueden? Porque tienen el poder absoluto.
Conseguir ese poder absoluto llevó varios años en construcción, pero en una noche le dieron vuelta a nuestra historia. Y para entenderlo hay que irnos varias décadas atrás. Constantemente me imagino que cuando se llegó el momento de decidir si permitir o no la reelección presidencial y los constituyentes decidieron que no debe permitirse por nuestra historia de dictaduras, alguno tuvo que decir, “ok, pero con un artículo no basta, hay que agregar uno más” y así subieron el número hasta llegar a 6 artículos que lo prohíbe por si a alguien no le quedaba claro.
Imaginamos que la reelección era el objeto de más valor en nuestro país. Y los constituyentes decidieron destruirlo para que nadie pudiera ser su dueño. Y aparte de destruirlo, encerraron en una bóveda los restos que quedaron. Y esta bóveda se encuentra en un edificio con 6 puertas de seguridad para que nadie pueda pasar. A eso, todavía le añadieron que si un presidente quisiera abrir esa puerta, los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia tenían que recordarle que no podía hacerlo y mandarlo de regreso a su casa. Y si todavía quería insistir, el Fiscal General de la República tenía que detenerlo y prohibirle continuar con su presidencia. En 1983 los constituyentes probablemente creyeron que pensaron en todos los escenarios y que nadie podía robarse el país.
Pero no contaron con la "astucia" de algunos. Los partidos políticos y las personas que han estado a cargo del país hicieron mil mañas para eliminar la decencia. No hay forma de culpar a la población por decepcionarse tanto de la política y perder la esperanza, porque razón, lastimosamente tenían. Y lastimosamente siempre hemos tenido políticos con ansias de poder. El 1 de mayo del 2021 alguien logró la clave para entrar a la bóveda de la Constitución. Pero para que ni los magistrados ni el fiscal pararan su camino los quitó de su cargo y puso a amigos que en vez de pararlo, le iban a entregar una llave maestra para abrir la puerta de la bóveda.
Y hoy ya nos encontramos en el año pre electoral donde vamos a escoger presidente, diputados y concejos municipales. Y realmente no sé si vamos a elegir o no, o si solo será una pantalla para hacernos sentir que vamos a elegirlo nosotros. Las reglas de las elecciones ya cambiaron y siguen constantemente cambiando. Quizás en el 2024 no vamos a tener funcionarios que quieran construir la decencia, el respeto y la congruencia en la política salvadoreña, pero no debemos dejar de votar. Aunque tengamos poca esperanza siempre hay que ir a votar, no hay que regalar votos a la consolidación de un partido único.
El camino indecente de la política
El 1 de mayo del 2021 alguien logró la clave para entrar a la bóveda de la Constitución. Pero para que ni los magistrados ni el fiscal pararan su camino los quitó de su cargo y puso a amigos que en vez de pararlo, le iban a entregar una llave maestra para abrir la puerta de la bóveda.