Paradisíaco es sinónimo de “glorioso”, “celestial”, “divino” y “maravilloso”. Un lugar hermoso y bello, similar al paraíso perdido que refieren las Escrituras y que muchos en la vida habrán dejado de ver –que es lo mismo que haberlo perdido. Olvidamos acaso que la creación cósmica nos hizo merecedores del don maravilloso y celeste de la vida, sus premios y maravillas. Ese reino de bienaventuranza está dentro de ti. Tú mereces lo mejor y más bello del mundo. Eres merecedor del prodigio, las mieles de la existencia y del esplendor de vivir. Tu vida es el premio de muchas batallas y conquistas. Primero, la de tus antepasados que sobrevivieron para prolongar su estirpe en el tiempo, en la cual venías tú. Segundo, la lucha personal que cada uno de nosotros trae desde antes de nacer a este gran coliseo del mundo. De bebés sobrevivimos a fiebres, caídas, accidentes y demás penurias. De adultos enfrentamos al destino cada día. Los que estamos aquí somos vencedores. Para llegar al lugar donde te encuentras en el tiempo y espacio, tuviste que haber vencido mil batallas y sobrevivido a muchas derrotas. Somos pues, el que merece la gracia divina: una vida maravillosa, un amor maravilloso, una historia maravillosa y un lugar en la creación diaria de un mundo mejor. Pero antes de buscarlo lejos, búscalo dentro de ti.
El secreto del paraíso interior
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