Talismán sabía del breve esplendor de las bailarinas. Aquellas de zapatillas de fieltro y danzar de brisa, de mariposa y golondrina. Un día que pierdan en escena es un tiempo que no podrán recuperar ni volver a vivir. Igual será un día perdido en la vida. Después de un tiempo llega un momento en ellas de abandonar la escuela de baile para ir a buscar los promisorios escenarios de su destino. Un natural afán de vivir sus mejores años. Esa breve y esplendorosa primavera, como la de los volatines que tienen tan sólo unos instantes para volar su sueño sobre la pista del circo. Viendo que ni la vida ni el devenir se detendrían, Talismán tomó el rumbo de su viaje. Fue así como un día de tantos cerró sus ojos y se largó en el carro viajero de los malabares. El precio de su felicidad ya estaba pactado: La vida por un sueño o por el sueño de la vida. Su felicidad estaba en el espacio de su danza. Aunque tarde o temprano vendría a ella el Cobrador de Sueños a saldar el breve instante de su vuelo y juventud. Para colmo, Trovador se fue del circo sin volver. Recordemos que aquel cantor era como el viento que no se supo de dónde vino ni a dónde iría. “¿Adónde llevarás las hojas secas de este bulevar? –preguntó Talismán a la ventisca. ¿A dónde los aplausos, la risa y la virtud que -por igual- dura lo mismo que una bailarina o la danza de un espejismo?” Pero la brisa - al igual que el Trovador- pasó de largo por allá sin responder. (XII) <palabrasbalaguer.facebook.com>
Ballet del viento y la golondrina
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