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Policías vapulearon a Roselia, lideresa comunitaria y activista proderechos de la mujer

Roselia tiene muchos años de ser reconocida como lideresa comunitaria en el Bajo Lempa; ella y otros pobladores gestionaron la instalación de un puesto policial en San Marcos Lempa, sin imaginar que el 29 de marzo del 2022, policías de ese mismo puesto llegarían a darle una golpiza

Por Jorge Beltrán Luna | Jun 10, 2023- 18:13

Video EDH

Roselia Elvira Rivas fue vapuleada por un grupo de policías y soldados el 29 de marzo de 2022, cuando recién comenzaba el régimen de excepción. Después de golpearla, sin ningúna razón, al verla con la nariz desencajada y sangrando, los policías se la llevaron presa, acusada de agrupaciones ilícitas, resistencia al arresto y “difusión ilegal de información en redes informáticas”, según documentos policiales.

A pesar de que el Instituto de Medicina Legal (IML) certificó que las lesiones sanarían en seis días, las secuelas de la vapuleada todavía afectan a Roselia. Aunque parezca contradictorio por la paliza sufrida, ella era asidua colaboradora de los policías del puesto del cantón San Marcos Lempa, que está ubicado a 350 metros de su casa.

Roselia muestra cicatrices de las heridas que policías le causaron el 29 de marzo de 2022, al ser capturada de manera arbitraria. Foto EDH Jessica Orellana

El pasado 13 de abril fue sometida a una cirugía para corregirle el tabique nasal quebrado a raíz de un puñetazo que le asestó María A., la cabo jefa del puesto policial en mención.

Su espalda baja aún permanece inflamda posiblemente a consecuencia del desplazamiento de una costilla dañada cuando uno de los agentes se le hincó mientras la tenían boca abajo. Luego, la misma cabo se le subió poniéndole una bota en la espalda y otra en la nuca, mientras la restregaba en el pavimento, según relata la mujer.

PDDH PROMETIÓ INVESTIGAR DECENAS DE CAPTURAS ARBITRARIAS EN EL BAJO LEMPA

El pasado 9 de mayo, la Procuraduría de Derechos Humanos se comprometió con miembros del Comité de familiares víctimas del régimen de excepción del Bajo Lempa, investigar por lo menos 49 casos de personas que han sido capturadas de manera arbitraria en diversas comunidades de ese sector Usulután.

Roselia cuenta que todo comenzó cuando un grupo de policías y miltares la conminaron a que saliera de su vivienda a la calle. Ella estaba en una videollamada. Mientras terminaba la conversación, se encaminó a la calle, colocó su teléfono entres sus senos y fue a ver para qué la requerían.

Antecedentes

Aquella era la tercera vez que llegaban. Lo habían hecho el 23 y el 26 de marzo.

Roselia tiene un negocio a la orilla de la carretera El Litoral donde funciona una sala de belleza, vende comida, cervezas, sodas y golosinas.

La primera vez, los policías pusieron manos arriba a unos lugareños que estaban tomando cervezas, les pidieron el dui y se retiraron.

Tres días después, llegaron los mismos policías. Casualmene estaban las mismas personas tomando cervezas. Repitieron la operación, pero esta vez la pusieron manos arriba a ella y le pidieron el dui.

Eso le pareció extraño a Roselia, pues ella no es ninguna desconocida en el lugar. Es más, todos los policias la conocen, porque les colaboraba en organizar reuniones en diversas comunidades y hasta los ha apoyado con comida o transporte en algunas ocasiones.

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Esa vez le preguntaron si tenía permiso para vender cervezas. Ella dijo que no, pero que tampoco los negocios circundantes tenían. La cabo María A. le respondió de forma ofensiva, pero se retiraron.

Con esos dos antecedentes, en la tercera visita policial Roselia preguntó varias veces para qué la querían, pero aún confiando en ellos, salió de su casa. Sin pretenderlo, según ella, casualmente, su teléfon o activó la cámara en video y por eso quedó registradocuando los policías la conminan a salir y ella los cuestiona para qué. La cabo María A. le pregunta que cuál es el miedo, si ella también es mujer.

Pero en cuanto salió se su propiedad, la agente le intentó quitar el teléfono, a lo que Rosalio respondió que no debía hacerlo; uno de los policías la tomó por el brazo izquierdo hacia atrás con tal violencia que le dislocó la clavícula, en eso la mujer policía le arrebató el celular y luego la tiraron al suelo.

El mismo policía que le dobló el brazo se le hincó, poniéndole unarodilla en la espalda. Luego la mujer policía hizo lo mismo, subiéndosele en la espalda, de pie, colocándole una bota entre la nuca y la cara.

Roselia en su pequeño negocio en el caserío Terciopelo, San Marcos Lempa, de Jiquilisco. A 350 metros está el puesto policial al cual pertenecen los policías que la capturaron el 29 de marzo de 2022. Foto EDH Jessica Orellana

Entre tanta violencia, Roselia le preguntó a un policía con quien había trabajado mucho en actividades comunitarias, por qué le hacían eso si la conocían muy bien.

Luego la mujer policía la arrastró como dos metros, le pidió ayuda a un soldado, la levantaron como medio metro y la dejaron caer. Luego la arrastraron y la pusieron de pie y la llevaron hacia el carro policial. Cuando Roselia volvió a preguntar por qué le hacían eso, la cabo le respondió: “ahorita hasta te podemos matar; las leyes están a favor de nosotros”. Roselia solo atinó a decirle que lo hiciera, que la matara.

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Fue entonces que la cabo María A. le soltó el puñetazo en el rostro, provocándole la fractua del tabique, seguido de un gran dolor y sangaramiento profuso.

La suegra de Roselia, una mujer de 85 años, al ver que la estaban golpeando, les preguntó por qué lo hacían. La misma mujer policía le respondió que se metiera a su casa si no quería correr la misma suerte.

Los policías no la llevaron al puesto de San Marcos Lempa, distante a 350 metros, sino al de Tierra Blanca. Estando en ese lugar, la cabo le pidió la clave para desbloquear el celular. Hasta allí fue cuando ella se dio cuenta del vídeo, porque la policía la insultó diciéndole que era una zorra… y que había cometido un delito al grabarlos y difundir el vídeo.

Sin embargo, Roselia dice estar segura de que quien subió el vídeo solo pudo ser la misma policia, puesto que el teléfono se lo quitó ella misma. “En el vídeo se ve que la grabación no era hacia ellos. Fue algo accidental”, aseguró.

De acuerdo a Roselia, la cabo la demandó por haber difundido el vídeo, con lo cual se le hicieron tres cargos en su contra.

Roselia permaneció siete días en las bartolinas de la delegación de Usulután y luego la trasladaron hacia el penal de Ilopango (ex Cárcel de Mujeres), del cual salió ocho días después.

15 días infernales

Roselia aún no se recupera de las secuelas de la golpiza y del trauma de estar encerrada en una celda con 300 mujeres. Fueron 15 días los que pasó encerrada; debido a los golpes, durante ese lapso no se podía acostar y apenas se podía sentar.

A consecuencia del desplazamiento de una costilla, debido a que los policías se pararon en ella cuando la tenían tendida en la calle, Roselia asegura que tiene inflamada la espalda, aunque ya está en tratamiento médico. Foto EDH Jessica Orellana

Desde que recuperó su libertad, 15 días después del arresto, no puede dormir en su habitación; una especie de claustrofobia le ha afectado de tal manera que ha tenido que sacar su cama al corredor de la casa.

De Roselia se ha apoderado el temor que los policías vuelvan a atentar contra ella o contra alguno de su familia. Incluso, teme por su vida, según comentó a El Diario de Hoy.

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Tras meses de ayuda psicológica, en las últimas semanas ya ha comenzado a salir a atender ella misma su pequeño negocio, sin embargo, no puede evitar el llanto o el temblor en su cuerpo ante la presencia de policías y soldados.

Y no es porque ella sea delincuente; si lo fuera, dice, no estuvira libre. Es simplemente porque la seguridad policial en la que ella confiaba le ha hecho tanto daño de manera injusta.

Contrademanda

Roselia asegura que ha puesto una demanda contra la cabo María A. por las lesiones que le causó. El proceso apenas ha comenzado a caminar, pero tiene esperanzas de que se haga justicia.

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Un juzgado ha dictado medidas de protección para Roselia. Una de ellas es que la cabo no puede acercársele.

Roselia es una reconocida lideresa en comunidades del Bajo Lempa. Muchos de sus 47 años los ha dedicado a ayudar a sus vecinos, a gestionar ayuda como proyectos de vivienda, apoyo a pequeños agricultores de la zona. Antes de ser arrestada arbitrariamente, de la mano con la Policía local, ayudaba a organizar reuniones en las comunidades o actividades para mantener alejados a los niños y jóvenes de la delincuencia. Pero eso se acabó. Hoy les teme.

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