En días consecutivos, dos periodistas de El Diario de Hoy fueron retenidos y amenazados con ser encarcelados por miembros de la soldadesca del régimen, que anda viendo no quién las debe, sino “quien las pague”, llenar cuotas de detenidos para impresionar a la gente de que están capturando a las pandillas cuando el mismo bukelismo ha reconocido que han apresado y mantenido en prisión por varios meses a más de cinco mil inocentes.
Los dos reporteros fueron sido interceptados en el ejercicio pleno de sus funciones, a la luz del día y ante testigos que dan cuenta de la arbitrariedad. No fueron detenidos haciendo nada ilícito ni dañando a nadie.
Sin embargo, es obvio que al régimen le incomoda que periodistas independientes expongan las violaciones a los derechos humanos de los uniformados o la ineptitud e incompetencia mostradas al tardar casi cuatro años en construir el Hospital Rosales.
Como les han dicho que “son los jueces de la calle”, se lo han tomado muy en serio, se creen los amos y señores de las vidas de los salvadoreños, con licencia para abusar, lo cual es un peligro porque hasta ahora no han exhibido más que prepotencia, desconocimiento de la legalidad y fuerza desmedida.
Es importante dejar registrado que, aunque momentos después dejaron libres a los periodistas, los agentes los conminaron a borrar las imágenes que habían tomado (lo cual es censura) y les tomaron fotos a los DUI de ambos, lo cual se presta para cualquier represalia y peligro. (Personas que han sido detenidas por el régimen cuentan que primero fueron interceptadas en un retén, les tomaron fotos a sus DUI y luego las llegaron a traer a sus casas, acusándolas de ser de pandillas y hasta endilgándoles un alias imaginario).
Esto está pasando en un país cuyo presidente se ufana de que “no hay periodistas capturados ni medios cerrados”, pero donde se intimida y amenaza constantemente a los periódicos e informadores críticos, se toman represalias contra ellos y sus familias, se propicia el exilio de al menos una decena de ellos y el traslado de operaciones de un periódico como El Faro hacia Costa Rica.
Es como si le estuvieran sonriendo a los periodistas mientras se les apunta con una pistola bajo el abrigo o le ponen el cañón en la espalda a la persona inerme, como cuando el gobernante y su guardia pretoriana con fusiles de alto calibre se tomó la Asamblea el vergonzoso 9F.
En el fondo lo que buscan cada vez que detienen a un periodista es enviar el mensaje de que ya no pueden ejercer su labor con libertad, de que se exponen a ser encarcelados junto a pandilleros y hasta a perecer como le ha ocurrido a más de un centenar de personas en las mismas cámaras de tortura y muerte en que se han oficializado las cárceles salvadoreñas.
El cardenal lo define como un “régimen de terror”
“Hay un régimen de terror” tras la promulgación del estado de excepción hace más de un año y con el que se ha desconocido derechos fundamentales como la libertad de expresión, de reunión, de un juicio justo, la naturaleza privada de la correspondencia, lo que es contrario a lo que es la dignidad humana, afirma el cardenal Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar emérito de San Salvador.
Al Cardenal le preocupa sobremanera la imagen que difunde el régimen en el exterior, a través de su maquinaria propagandística, de que nuestro país es “maravilloso, donde todo es felicidad y alegría, paz, tranquilidad” pese al sufrimiento que hay.
Mientras tanto, la maquinaria de propaganda vende ilusiones y ficción y arremete contra quienes disienten, “no respeta ningún criterio ético y busca aplastar al adversario, a todos los que se opongan”, como lo hicieron con él a través de las redes sociales, según relató. Esto refleja, a su juicio, “la amargura de la gente de El Salvador desde hace un año”.