Al medio de la pista de baile “Mariposa” despierta al oír la voz del mago Azar que la nombra. Entonces pregunta: “¿Quién eres tú… que hablas de deseos que yacen dentro de mí y prometes cumplir?” El encantador está entre penumbras y su rostro no es visible. “Soy tu alma -responde. Sé que quieres asombrar con tu vuelo a los espectadores, antes que se esfumen y no vuelvan nunca más, pues son parte de tu mismo sueño. Por ello estoy aquí. Pídeme tu capricho y lo haré realidad. ¡Soy el adivino del maravilloso imposible!” Mientras inicia la danza surgen los danzarines, portando antorchas alrededor de Mariposa que –repentinamente—cobra altura y empieza a danzar en el aire. Ella ignora que el fuego de las hogueras ha de quemar sus alas. Entretanto, ella se eleva hacia el infinito de las carpas. De pronto se oye el trueno de una tormenta y se apagan las luces. Es cuando se escucha el golpe de alguien que cae desde las alturas y el patético grito del mágico que exclama: “¡¡No!!” Mariposa yace sobre el suelo sin vida. Impresionada por el suceso, Talismán -una niña del público- surge de las graderías y entra en la pista, que es alumbrada por una tenue luz. La pequeña busca ansiosa a los danzarines sin dar con ellos. Porque ese día el Mago Azar perdió lo que más amaba. Por ello desapareció junto a “Mariposa” y los bailarines, pues todo era parte de su mismo acto de ilusionismo. (III) palabrasbalaguer@gmail.com
La danza de un sueño mágico
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