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El dolor

“Quien sabe de dolor, todo lo sabe” (Dante Alighieri)

Por Óscar Picardo Joao

El dolor es un compañero de camino en la vida; ahí está, recordándonos la fragilidad humana; haciéndonos sufrir y, paradójicamente, ayudándonos a curar los males. Leve o profundo, intermitente o cruel. Difuso o específico. Allí está el dolor como un rasgo de nuestra identidad y vulnerabilidad.  

El dolor puede definirse como una percepción sensorial localizada y subjetiva, como un fenómeno y a la vez un mecanismo del sistema nervioso que indica un problema en la salud; a menudo puede ser diagnosticado y tratado. Generalmente desaparece, aunque a veces puede convertirse en dolor crónico. El dolor crónico dura mucho tiempo y puede causar problemas graves. El dolor es una herramienta para diagnosticar un problema o una enfermedad, ya que el dolor ayuda a localizar el problema.

En términos generales, el dolor es la causa más frecuente de consulta médica. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor definió el dolor como "una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial".

Cuando se produce una lesión o traumatismo directo sobre un tejido por ciertos estímulos mecánicos, térmicos o químicos se produce daño celular, desencadenándose una serie de sucesos. La percepción del dolor consta de un sistema neuronal sensitivo (nocioceptores) y unas vías nerviosas aferentes que responden a estímulos nocioceptivos tisulares; la nociocepción puede estar influida por otros factores de índole psicológicos.

Desde el punto de vista neurocientífico, la transmisión sináptica entre los nociceptores periféricos y las neuronas del asta dorsal de la médula se realiza mediante neurotransmisores liberados por las terminaciones centrales de los nociceptores. Estos neurotransmisores son de dos tipos: glutamato y neuropéptidos.

La clasificación del dolor parte de diversos factores taxonómicos: duración (agudo o crónico), patogenia (neuropático, nocioceptivo, psicógeno), localización (somático o visceral), curso (continuo o irruptivo), intensidad (leve, moderado, severo), factores pronóstico de control del dolor (difícil o complejo) y, finalmente, según la farmacología (escala farmacológico: analgésicos, opioides débiles y potentes, invasivos).

Desde el “Corpus Hipocraticum”, a lo largo de la historia, los médicos se han enfrentado al dolor con grandes dosis de literatura y superstición, pero a partir del siglo XIX se obtiene información científica mediante el estudio de la fisiopatología; ya en el siglo XX se crea la especialidad de anestesiología.

El dolor es una experiencia subjetiva pluridimensional y es distinguido por dos componentes: 1.- sensorial-discriminativo correspondiente a los mecanismos neurofisiológicos de la nocicepción. Detectan el estímulo, su naturaleza, su duración, su evolución, su intensidad, y el análisis de sus características espaciales. 2.- componente cognitivo se refiere a todos los procesos mentales que acompañan y dan sentido a la percepción del dolor mediante la adaptación de las respuestas de comportamiento, interpretaciones y valores atribuidos al dolor, así como el lenguaje y el conocimiento sobre el dolor (semántica), y los fenómenos de la memoria de experiencias pasadas dolorosas personales (memoria episódica), la decisión sobre el comportamiento apropiado.

Ahora bien, existen ciertos factores psicológicos y ambientales que modulan el dolor, sobre todo la percepción sensorial del dolor, unas veces amplificándola y otras veces disminuyéndola; sexo y edad; nivel cognitivo; personalidad y estado de ánimo; momento o situación de la vida; relaciones con otras personas; experiencias previas; nivel intelectual, cultura y educación; y ambiente.

En la literatura y conversaciones sobre el dolor, también se trata el tópico: “El umbral del dolor” el cual se define como la intensidad mínima a partir de la cual un estímulo se considera doloroso. No hay que confundirlo con la tolerancia al dolor, que es la intensidad máxima de dolor que somos capaces de soportar. ¿Por qué unas personas parecen sentir más dolor que otras? La percepción del dolor varía mucho en función de las personas mientras que el umbral como tal apenas lo hace. Esto quiere decir que en la percepción del dolor influye notablemente el aspecto subjetivo. Lógicamente es algo que depende de factores como el contexto, las circunstancias y el estado físico y psicológico del paciente.

Por otro lado, los conceptos de dolor y placer son antagónicos; pero en situaciones alteradas se puede llegar a sentir placer haciendo daño a otra persona (sadismo), obtener placer al sentir dolor (masoquismo) o ambos a la vez (sadomasoquismo).

Tal como lo señalan Zaneti D.; Martínez T.; y Castillo, G. (2020) Las aproximaciones de la Psicología al estudio del dolor comenzaron a ganar popularidad en los años 60 del siglo pasado, a partir de la aparición de la “teoría de la compuerta” de Melzack y Wall, a la que le siguió la teoría de la neuromatriz del dolor. Ambas teorías exponen que los procesos psicológicos y fisiológicos interactúan de forma tal que afecta la percepción, transmisión y evaluación del dolor, así como la influencia de estos procesos en el mantenimiento de la cronicidad y su prolongación.

Parece lógico pensar que el padecer dolor afecta al paciente en varias de sus áreas de funcionamiento, como sus relaciones sociales, sus actividades laborales o académicas, además de las alteraciones psicológicas que conducen a la aparición de signos de ansiedad, depresión o estrés. No obstante, se ha valorado la idea de que estos criterios no solo son consecuencia del padecimiento del dolor, sino que pueden ser factores que influyan e incluso lleguen a determinar su origen, curso e intensidad.

Se han definido cinco aspectos psicosociales fundamentales que influyen en la experiencia de dolor y constituyen factores de riesgo para su cronificación; estos son: los factores emocionales, cognitivos, conductuales, sociales y los traumas previos.

Factores emocionales y cognitivos influyen de sobremanera en la sensación y percepción del dolor; el miedo, la ansiedad, la depresión y el estrés psicológico; las creencias, actitudes, juicios, expectativas y representaciones que el paciente posee acerca de su propia experiencia dolorosa, son claves para entender el dolor en el marco de conductas adaptativas.

Ya que convivimos con el dolor, hacer un esfuerzo por entenderlo nos permite mitigar un poco sus consecuencias. En efecto, con los budistas podemos concluir que “El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional” y pude llegar a ser la “dignidad de la desgracia” (Concepción Arenal).

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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