Aún cuesta entender que ya estamos viviendo el embate del cambio climático. Somos testigos del abrupto clima salvaje y de las temperaturas récord en estos días. Ojalá que no nos acerquemos a peligrosos escenarios como la India y Pakistán, donde las calles se derritieron por las altas temperaturas. Aquí en nuestro país, el calor la última semana ha sido una ola peligrosa, poca influencia de vientos, y a pesar de eso seguimos talando el poco bosque protector que nos queda, minimizando el tema de la tala y la mala costumbre de acomodar al subconsciente de que merecemos un entorno insalubre, vulnerable y caótico. El tema de los combustibles fósiles puede ser el punto de partida de todas esas alteraciones climáticas, antropogénicas, que estamos viviendo. Nuestra dependencia genera mayor emisión y un panorama escabroso para alcanzar los objetivos de sostenibilidad como sociedad.
Un ejemplo son las contradicciones de dos entidades respetables y solidas en Centroamérica y Latinoamérica, el Banco Centroamericano de integración Económica (BCIE) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Cada uno tiene sus objetivos y prioridades a estos tiempos difíciles de pospandemia y de endurecimiento del cambio climático. Por su parte el BCIE a mediados del año 2022 y ante las graves consecuencias económicas después de la pandemia del covid-19 y por ende la escalada en el precio internacional de los combustibles (que incendiaría más el panorama desolador en la región) aprobó un financiamiento indicativo de $800 millones para el Programa Temporal de Apoyo Ante el Alza en los Costos de los Combustibles en los países fundadores y no fundadores.
En un fragmento del discurso institucional del expresidente ejecutivo del BCIE, Dante Mossi, enfatizó que “el BCIE está dando una respuesta inmediata a los problemas que aquejan a los países centroamericanos y que esta operación tendrá un impacto directo en la economía de millones de consumidores, ya que los subsidios mitigaran el impacto del aumento de los costos de los combustibles en los productos de consumo”. A los países fundadores se les brindaría el acceso a $200 millones. El Salvador fue el primer país en levantar la mano para pedir ese monto, a mediados de ese mismo año. Eso sirvió para estabilizar o fijar los precios de los combustibles, pero que, según los expertos económicos, al final se traduciría en endeudamiento.
Por otra parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha sido enfático y se enfoca más en el tema del Cambio Climático y la descarbonización de las economías en América Latina y el Caribe y recomienda erradicar las medidas gubernamentales relacionadas a la entrega de subsidios de combustibles fósiles. Esto se detalló en su informe “Política Fiscal de la Resiliencia y la Descarbonización aportes al Diálogo de Políticas”.
Economistas en nuestro país concluyen que el gobierno implementa los subsidios para paliar la inflación y también critican que no están bien focalizados y que algunos sectores principalmente de extrema pobreza no se favorecen.
FUSADES da un punto de vista más ambiental y argumenta que “los subsidios a los combustibles fósiles aumentan el peligro del Cambio Climático y, por tanto, atentan contra la vida misma”.
Los transportistas recientemente reclamaron al gobierno salvadoreño un retraso de 6 meses en la entrega del subsidio, Este monto ayuda para que estos empresarios no aumenten la tarifa del transporte y afecten a la población usuaria. Recordemos que ese subsidio es la entrega de $500 dólares por bus y $250 por microbús, que les desembolsa el Ministerio de Hacienda al MOPT.
Organismos internacionales y tanques de pensamientos tienen ópticas diferentes respecto al tema del subsidio de los combustibles. Queda al criterio de los lectores cual es la postura más consciente y equilibrada.
Por una parte, la realidad climática y cumplir los compromisos de país ante el Cambio Climático y por otra parte buscar el beneficio económico y social de las mayorías en el cual se equilibre el sistema productivo a operar con energías limpias, y a compensar los daños que se hagan si no hay opciones ambientalmente idóneas.
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