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4 mitos del famoso PUNTO G femenino

¿Existe o no el Punto G? La duda aún persiste entre los estudiosos, pero sabías que para que la mujer llege al orgasmo no es imprescindible ubicar esta zona

Por R. Mixco | Abr 25, 2023- 15:35

Foto de referencia / Shutterstock

Una de las actitudes femeninas que no es conveniente adoptar ante la sexualidad es obsesionarse con el orgasmo, al punto de dejar de disfrutar del momento.

Si bien el conocerse a sí misma es esencial para disfrutar de la sexualidad, también lo es alejarse de los mitos, complejos y convencionalismos, tal y como resulta clave comunicarse de forma efectiva con la pareja.

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El maestro Óscar Vásquez-Martínez, catedrático de Sexualidad del Departamento de Pscicología y Salud Pública de la UCA despeja algunas creencias sobre el famoso Punto G y la importancia de explorarse y descubrir tus zonas más erógenas.

En palabras del catedrático, “el famoso Punto G es en realidad una zona que el ginecólogo Ernst Gräfenberg describió a mediados del siglo XX y que décadas después la sexóloga Beverley Whipple promocionaría con mucho entusiasmo convirtiendo al punto G en cuasi protagonista central del orgasmo femenino y la piedra filosofal del goce de las mujeres (de hecho debería ser Punto W en lugar de G). Se ha gastado muchos fondos y subvenciones en demostrar la existencia del Punto G, que según Whipple debe encontrarse en el interior vaginal a unos 3 a 5 centímetros del introito vaginal”.

También detalla algunos de los mitos sobre dicha zona:

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PRIMER MITO. No es un punto, más bien es una zona, ya que no es una estructura anatómica definida que se pueda disectar (de ahí que muchos dicen que no existe tal punto G). Y todo indica que no se activa mientras la persona no se sienta excitada, por lo que tratar de estimular esta zona sin excitación es infructuoso. ¿Cual es la razón? bueno, la razón es que al parecer, el punto (Zona) G se activa cuando dicha zona se sensibiliza gracias al hinchamiento de la estructura interna (las raíces) del clítoris, estrechando en un abrazo dicha zona intravaginal logrando una mejor estimulación de las terminales nerviosas ligadas a la estructura clitoridiana y por consecuencia, una estimulación erótica mayor.

SEGUNDO MITO. El punto G es igual en todas las mujeres. Así como cada mujer posee genitales y senos diferentes unas a las otras, las estructuras internas involucradas en el supuesto punto G también lo són, por lo tanto, la localización de la zona adecuada en cada mujer varía de una a otra persona. Por lo tanto, aunque la técnica manual de estimulación es la misma, su práctica y aplicación variarán en distancias y sensibilidad. Aquí un dato importante, Ninguna estimulación será efectiva si comienza de una forma brusca y repentina, ya que obviamente es una zona altamente sensible, como lo llega a ser la estructura visible del clítoris a nivel de la vulva, tanto como lo puede ser su homólogo el glande masculino.

TERCER MITO. El punto G es necesario para el buen desempeño erótico o el placer femenino. El placer es algo muy subjetivo, no es igual para todas las personas y sin embargo la mayoría reporta sensaciones que pueden ser material empático para quién escucha y comparte sus experiencias placenteras y de orgasmo. En todo caso, el mercantilismo en la sexología ha promovido figurar "Terapéuticas" mediáticas que ha colaborado a crear una "dictadura del orgasmo", y ha encerrado el placer erótico y la calificación del desempeño sexual en la etapa del orgasmo, Se puede comparar el acto sexual erótico con una obra de teatro: el orgasmo es el clímax de la obra, pero no su epílogo o su primer acto, y una obra de teatro no tiene sentido sin primer acto o epílogo, por lo tanto desde el deseo hasta la refracción el acto sexual puede estar lleno de placer  y no solamente en el orgasmo.

CUARTO MITO. Solo la zona genital es erógena. Entre las y los profesionales de la terapia sexual existe la frase de que la mayor zona erógena que existe es la piel con su promedio de 2 metros cuadrados. Esto quiere decir que, con el proceso y entrenamiento adecuados y sensibilización, cualquier persona puede tener orgasmos y excitación en cualquier parte de la piel inervada. Lo que hace explícita la asociación del erotismo con el estímulo nervioso es meramente aprendido de trasmitido por la socialización. Con disciplina, estimulación correcta y sensibilización, cualquier caricia puede llegar a ser excitante y erogenizada. Un ejemplo de ello son las terapias de recuperación de la vida erótica en pacientes con parálisis o algún tipo de desensibilización corporal. En cualquier persona se pueden encontrar zonas erógenas fuera de la zona genital, esto también es objeto de autoexploración, y estas zonas incluso con la debida sensibilidad pueden incluso desatar orgasmos.

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