Los militares que presuntamente dispararon contra un salvadoreño hasta causarle la muerte en territorio guatemalteco no han sido acusados de nada, aparentemente, según familiares de Edwin Hilario Barrera Arévalo, la víctima.
Barrera murió acribillado a balazos el pasado 23 de marzo, a pocos metros de la frontera de El Salvador con Guatemala. Su cuerpo quedó dentro del camión que conducía con ganado, en el municipio de Jerez, departamento de Jutiapa, por lo cual la escena fue procesada por autoridades de ese país.
A pesar de que los disparos que lo mataron, según testigos del hecho y familiares, fueron hechos por soldados salvadoreños, la oficina de Santa Ana de la Fiscalía General de la República (FGR) y la Policía Nacional Civil (PNC) supuestamente no han hecho nada para esclarecer el crimen.
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Entre tanto, fuentes militares aseguraron a este El Diario de Hoy que los cuatro militares vinculados a ese caso estaban acuartelados en la Segunda Brigada de Infantería, con sede en Santa Ana, a la cual pertenecen, pero que el viernes 14 de abril serían dados de baja.
Sobre este caso, la Fuerza Armada no ha sentado postura sobre los señalamientos que fueron hechos contra una patrulla de militares asignada el 23 de marzo anterior a patrullar en el cantón El Coco, municipio de Chalchuapa, departamento de Santa Ana. Ese cantón es fronterizo con Guatemala.
De acuerdo con fuentes policiales y militares, la FGR y policías se hicieron presentes al cantón El Coco, pero no pudieron trabajar la escena al percatarse de que estaba en territorio guatemalteco; sin embargo, en ese mismo día, tanto fiscales como policías supieron que varias personas señalaban a soldados como quienes realizaron los disparos a Edwin.
Sobre la víctima, familiares y vecinos aseguran que no era ningún delincuente y que si bien trasladaba ganado en su camión, el ganado no era robado ni de dudosa procedencia, pues todos los documentos estaban en regla. Lo anterior también fue confirmado por autoridades de Jerez a parientes de la víctima.
El asesinato de Edwin causó conmoción de indignación a nivel local; vecinos y amigos de la víctima dijeron que era un hombre trabajador y que nunca había tenido problemas con la justicia, por lo cual pidieron que se investigara su muerte.
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Sin embargo, hasta el momento, ese crimen permanece en la impunidad. En el lugar, las autoridades guatemaltecas recogieron 17 casquillos calibre 5.56 mm que disparan los fusiles M-16.