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Presidente de Colombia llama “campo de concentración” a Tecoluca

Se han violado los derechos constitucionales de inocentes, seres humanos, no animales. El fin, por muy loable que sea, no justifica las capturas ilegales, el encarcelamiento y las decenas de muertes.

Por El Diario de Hoy |

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, no tuvo empacho para llamar al mega-penal de Tecoluca como bien sabe en esta tierra que es: un campo de concentración, dejando sin argumento al régimen salvadoreño, que contestó con evasivas.


“Ustedes pueden ver en redes sociales las fotos terribles del campo de concentración de El Salvador”, declaró Petro, agregando que esas escenas “dantescas” le daban “escalofrío”.


Es importante reconocer que el Estado y la población necesitan y tienen derecho a defenderse y poner tras las rejas a los delincuentes, pero no a base de violar los derechos humanos o sacrificar a inocentes, como ha ocurrido. El régimen ha tenido que liberar a más de 3,000 personas inocentes, enfrenta reclamos por capturas ilegales y abusos en otras 4,000. Más de cien detenidos han muerto en las prisiones.


Se han violado los derechos constitucionales de personas no encontradas culpables, seres humanos, no animales. El fin, por muy loable que sea, no justifica las capturas ilegales, el encarcelamiento y las muertes.


El horror en que se encuentran tantos inocentes es una réplica de lo sucedido a Edmundo Dantés, el personaje de “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas, quien fue educado en mucho por el Abate Faria, el personaje con quien él, durante siete largos años, pudo tratar a través de un agujero que logró cavar entre ambas celdas y que le enseñó historia, matemáticas, lenguaje, idiomas…


Es importante advertir que no se está resolviendo definitivamente el problema de las pandillas, sino que sólo se está conteniendo, dando una falsa solución, porque sólo están encerrando a miles, pero no están tomando medidas para asegurar que en el futuro las pandillas no volverán a cometer fechorías. Decir que de allí “nunca saldrán” no garantiza nada, porque un día saldrán y el problema seguirá si no se han rehabilitado.


Petro dijo que Colombia “logró reducir igualmente esa tasa de homicidios, de criminalidad, de violencia, pero no a partir de cárceles”, sino de centros de estudio, de colegios, de espacios para el diálogo, de espacios “para que la gente pobre dejase de ser pobre”, ser productiva.


¿Cómo se puede esperar esto en El Salvador donde se persigue a académicos y sectores pensantes por disentir y contradecir al dictador? ¿Cómo se puede lograr si la educación no es prioridad para un régimen que le apuesta a mantener engañada con espejitos a la gente?

Hay que esforzarse para rehabilitar a través del trabajo y la enseñanza
En la primera vista oficial al campo de concentración de Tecoluca, como le llama Petro, se dijo que tendrá talleres.
La pregunta lógica es ¿qué cosas elaborarán los reos en esos talleres y quiénes se beneficiaran de ello? ¿Es que con el fruto de su labor podrán sostener a sus hijos y familiares ahora abandonados o va el régimen a clavarse todo lo que allí se produzca?


¿Cómo se puede solucionar el dilema que plantean esos talleres para que no se conviertan en campos de trabajos forzados como los que montaron los nazis durante el Holocausto judío o existieron en el estado de Georgia con las cuadrillas encadenadas que trabajaban en carreteras?


El trabajo sólo tiene sentido cuando quien labora lo hace en su propio beneficio y el de sus seres queridos, como la inmensa mayoría de nosotros, los que tenemos la fortuna de trabajar día tras día, sabemos, pues además al producir algún bien o servicio agregamos a la cadena productiva, a diferencia de los que viven del sudor ajeno robando.
Vamos a sugerir la forma de salir de tal impasse, lógica y humana:


Las parroquias de cada municipio pueden organizarse para que un grupo representativo entre ellas pueda valorar lo que los reos elaboran y llevarlos a sus familias. Únicamente así es que trabajar se convierte en un programa de reinserción de delincuentes, pues además pueden ellos con su labor mejorar las condiciones en las que viven.
Hay dos rutas ante los apresados durante el “régimen de excepción”: lograr rehabilitarse en alguna medida haciendo del trabajo su principal terapia, o hundirse más y más en el infierno montado por el régimen bukelista.

Aunque por la gravedad de sus crímenes, los delincuentes merecieran estar encerrados lo que les reste de vida, por principios humanitarios y civilizadores deben contar con lo necesario para ser rehabilitados, ganarse la vida honradamente, ser productivos.

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Megapenal San Vicente Opinión Tecoluca

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