Yonatan tenía muchos años de ganarse la vida vendiendo pan francés en la comunidad San Luis El Maneadero o El Maneadero, a secas, como lo llaman los lugareños y en comunidades aledañas.
Fue precisamente realizando ese trabajo cuando aquella madrugada del 15 de octubre del 2009, en la comunidad Francisco Angulo, de Tecoluca, fue atacado a balazos y machetazos por varios pandilleros, que fingieron comprarle pan a él y a otro amigo que lo acompañaba.
“En el 2009, fue un jueves 15 de octubre, me dirigía a vender pan. En el momento en que íbamos pasando allí por Angulo, eran como a las 5 de la mañana, de repente salieron unos mareros y nos dijeron que querían pan pero luego solo sentí el impacto que me cayó en la espalda”.
Aquel día, Yonatan recibió un balazo. La bala le pasó a milímetros de la columna vertebral. Cuando cayó al suelo, un pandillero lo atacó con un machete. Le asestó varios machetazos a su víctima.
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Yonatan solo recuerda que su acompañante gritaba desesperado, luego quedó inconsciente por varios minutos. Cuando recobró el conocimiento, ya estaban otros conocidos suyos que lo alumbraban con una lámpara y que decían que estaba vivo todavía.
Luego llegaron unos policías que lo cargaron en un pick up, en el cual lo trasladaron a un hospital.
“Me recogieron en una patrulla y uno de los policías que me llevaba comentaba que por fin había caído un maldito del Maneadero, no sé por qué”, relató.
Yonatan logró recuperarse luego de varios días en un hospital público, mientras que las autoridades nunca investigaron a los responsables de atacarlo. El joven aún conserva unas fotografías en las que se puede apreciar las cicatrices.
Más de 14 años después, Yonatan está a más de 3,000 kilómetros de su familia. Se fue huyendo, pero no de las pandillas, sino de los militares que lo buscaban con nombre y foto en mano.
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Yonatan no comprende cómo es posible que lo acusen de ser miembro de pandillas cuando él mismo fue víctima de esos grupos. En El Maneadero, cualquier vecino asegura que Yonatan, su padre y su hermano son personas trabajadoras que no pertenecen a grupos terroristas.
De acuerdo con organizaciones activistas pro derechos humanos, no menos de 100 personas han muerto mientras estaban en prisión, capturadas bajo el régimen de excepción. Los familiares de muchas de esas víctimas han afirmado que sus parientes fueron capturados arbitrariamente y que no tenían vínculos con pandillas.