Cinco feminicidios se han producido en solo una semana, una cifra que espanta y conmueve, ya que además de segar la vida de mujeres de todas las edades afecta profundamente a niños, familias, comunidades.
Dos, tres veces por mes se publican o son denunciados las agresiones o asesinatos de mujeres de todas las edades, algunas tan jóvenes que desgarra el corazón pensar que ni siquiera su lozanía les evitó morir.
En los últimos años se han decretado leyes y fundado tribunales y hay organizaciones civiles para proteger a las mujeres, pero ni esto ni la vigencia de fatídico régimen de excepción han parado esta tendencia criminal.
Desde que se abolió el programa EDUCO no son muchas las comunidades, pueblos o barriadas, que tengan grupos cívicos espontáneamente formados que puedan alertar de posibles agresiones, ya que intervenir frente a un feminicida en potencia —vale decir un enajenado— entraña peligros.
A lo anterior se suma el desmembramiento de las municipalidades por el régimen, que pretende desordenar el país entero para adelantar la inconstitucional e inmoral pretensión de reelegirse, perpetuarse en el poder como Maduro o los enloquecidos ayatolas de Irán.
El único régimen que muestra grietas que Dios mediante pueden llevar a un derrumbe es el de Ortega y su consorte en Nicaragua, pues como sucedió cuando Marcos asesinó a “Ninoy” Aquino en Filipinas, en 1983, hay crímenes que derrumban hasta los más enquistados monstruos.
Dios no debe perder tiempo protegiendo descerebrados para “en cambio” volver sus ojos a los niños y las personas mayores que un feminicidio con frecuencia deja desamparados…
Ya hemos publicado el caso de familias buenas que se hacen cargo de guarecer y cuidar niños cuyas madres o padres han sido víctimas de las redadas indiscriminadas de las soldadescas del régimen…
Malvados procedimientos frustran la adopción de niños abandonados
El drama de los niños que quedan abandonados es una trágica realidad en innumerables partes del mundo, como está sucediendo en Turquía con niños que han perdido a sus padres y, peor aún, en Siria, donde el asesino Assad ha prácticamente abandonado a las víctimas de los terremotos por ser parte de las zonas “rebeldes” alrededor de Aleppo. El monstruo inclusive estorba la labor de grupos humanitarios que se presentan a auxiliar a los damnificados.
En nuestro saqueado país —en donde el régimen no rinde cuentas de sus gastos millonarios cargados a los impuestos y demás ingresos que pagan los salvadoreños— dos hechos agravan la situación de niños huérfanos o abandonados, a saber:
—el primero, la disposición de que únicamente salvadoreños pueden adoptar niños salvadoreños, un contrasentido considerando que debido a las ocurrencias y mal manejo de la economía la mitad de la población ha caído en la pobreza y si a duras penas tiene para ellos no tendrá para más niños;
—a esto se agrega la mamandurria que han encontrado los procuradores y demás burócratas, que ponen toda clase de dificultades para que una persona adopte un niño.
Se sabe de casos en los que niños no han sido adoptados por profesionales con capacidad para cuidarlos debido a la burocracia que se interpuso, o en otros casos los funcionarios encargados pretendieron desembarazarse de niños con graves enfermedades que demandaban atención especializada entregándolos a familias que no tenían posibilidad de costear tratamientos.