Perros y gatos sólo distinguen dos colores primarios: amarillo y azul. Equinos, rojo y azul. Bovinos y caprinos, verde y azul. ¿Qué dimensión cromática y existencial percibe el pintor, inmerso en su universo íntimo y el mundo externo que le rodea? Ramón de Campoamor escribió: “nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”. El cristal con que César Menéndez -maestro del surrealismo épico y simbólico- nos muestra el real e irreal teatro de la vida: La belleza y pasión del deseo; la armonía de la forma y -de igual manera- el trágico drama de la guerra del hombre contra el hombre ante su propio destino. Antoine de Saint-Exupéry -en su sentimental odisea de soledad- expresó: “Lo esencial es invisible a los ojos”, indicando que el espíritu y verdadero valor de la existencia no siempre es evidente al mundano mirar. El pintor ve el rostro de su propio ser en el espejo de su obra, inscrita en el lienzo de la historia, sumergiendo su mirada al cosmos estelar de su visión plástica. Este virtuoso hijo de Neptuno, nos revela el onírico paraíso tras el cristal oceánido de su mirada. Su legado -de luz, magia y color- detiene visiones y estampas de una era (años ´80) que se pueden ver en el proscenio de Museo Marte, templo y patrimonio de nuestra cultura nacional.
La vida tras el cristal oceánido de César Menéndez
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