A mí me resultaría imposible vivir un solo día más entre mis días, si al tropezar con una palabra cuyo significado desconozco, no la consulto de inmediato en el diccionario. Incluso si creo conocerla pero, de repente, se me vuelve de identidad sospechosa, voy y la consulto.
¡Consulten diccionarios, amigos lectores, para conocer, hablar y escribir mejor su propio idioma!
Mi padre, Manuel, era un compulsivo usuario de diccionarios. Tenía decenas de ellos, en muchos idiomas y especialidades que aún mantienen un importante lugar en la modesta biblioteca que con él y mi madre formamos.
Fanático conocedor de varias lenguas, solía aconsejar que nunca se debe dejar para más tarde la consulta de una palabra desconocida, de dudoso empleo e incluso de aquellas cuyo significado creemos conocer: "Abandona lo que estés haciendo y ve al diccionario de inmediato”, me decía.
Con frecuencia, cuando hacía mucho que habíamos apagado las luces de casa y dormíamos, de pronto nos despertaban ruidos provenientes del cuarto donde guardábamos los libros. Lo hallábamos buscando afanoso el significado de una palabra que, como tábano impertinente le quitaba el sueño, para descubrir, durante la búsqueda, otros vocablos que capturaban su interés. A menudo le sorprendía el rompimiento del alba en la tarea.
¿Qué es un diccionario? El escritor francés Anatole France lo define como "el libro, por excelencia, porque todos los demás están dentro de él...", una manera pintoresca de decir que las palabras que podemos encontrar en los libros del mundo se encuentran registradas en los diccionarios. Aunque esto es sólo parcialmente cierto, puesto que los nuevos vocablos se generan hoy más deprisa de lo que pueden conocerlas, estudiarlas, clasificarlas e imprimirlas quienes hacen los diccionarios; al menos encierra la idea esencial de que un diccionario lexicográfico es un libro que recopila las palabras de un idioma, en nuestro caso el español, que registra el significado o significados y, muchas veces, el origen de esas voces.
Con el advenimiento de la Internet, este proceso se ha vuelto más ágil y, por otra parte, la Real Academia de la Lengua Española ha abandonado desde hace rato el rigor inquisitivo con que miraba antes a los neologismos y se ha vuelto más permisiva. Vocablos del habla popular salvadoreña ---más de seis mil, se le atribuyen a la gestión de nuestro recordado Académico de Número, Matías Romero---, han sido incorporados, en calidad de localismos, a la lista de la noble dama que "limpia, fija y da esplendor". Y no podía ser menos ya que el ritmo de crecimiento del habla es tan veloz que, de un día para otro, aparecen nuevas palabras para designar cosas, procesos y otros elementos del quehacer humano, también nuevos. Uno corre el riesgo de quedar técnicamente mudo si no los usa. El lenguaje cibernético es claro ejemplo de esto por lo que el diccionario, ya sea el tradicional, puesto en papel, o en línea, el digital, se convierte en herramienta imprescindible del escritor contemporáneo.
Pero también hay diccionarios especializados en todas las materias imaginables. Por ejemplo, hay diccionarios médicos, filosóficos, de Derecho, de Ingeniería, cibernéticos, de la rima, etc, en los que se registra el significado, origen y valor fonético de palabras propias de cada una de esas disciplinas.
También son de suma utilidad los diccionarios que tratan áreas específicas de un idioma, por ejemplo diccionarios de sinónimos y antónimos que registran términos cuyos sentidos se asemejan o se diferencian entre sí.
Tenemos, asimismo, los diccionarios analógicos, que recogen grupos de vocablos que si bien no significan lo mismo, mantienen relación entre sí, como si fuesen miembros de una misma familia; por ejemplo: "mar, marinero, navío, naviero", son diccionarios de palabras afines; o los diccionarios etimológicos que precisan el origen y evolución histórica de las palabras que ya fenecieron o que empleamos hoy. Los diccionarios bilingües rinden inapreciables frutos para el conocimiento de otros idiomas que se estudian a partir del propio.
En la Red existe una inmensa cantidad de diccionarios en todos los idiomas y especialidades. Para los que se quieran iniciar en la aventura de navegar por los océanos del lenguaje, les recomiendo visitar los sitios www.rae.es; www.dictionary.com; www.elmundo.es/diccionarios/ y muchos deslumbrantes puertos más que irán encontrando en su ruta.
Finalmente cabe reconocer aquí, el inapreciable servicio que prestan los contramaestres que cuidan de escollos y oleajes a estos navegantes, como es el caso del profesor Carlos Alberto Saz, experimentado lobo de mar, a quien afectuosamente envío mi respeto y admiración por su incansable labor de defensa del idioma.
*Periodista