FAS recuperó su lugar de privilegio en el fútbol salvadoreño. Adentro y afuera del campo de juego. Excepto el título ganado por penales en el Clausura 2021, se había acostumbrado a ver como Alianza jugaba los partidos decisivos y era el más destacado dentro del pobre rendimiento general de los nacionales a nivel regional.
Es más, los tigrillos veían y ya no de reojo como los albos se acercaban peligrosamente al número de ligas ganadas: antes de este torneo, era una sola la corona de diferencia. Y había reales posibilidades de futuro empate...
Pero llegó el oxígeno para los fasistas. Una nueva administración, inyección económica, un técnico de cierto renombre y el presupuesto más alto del torneo. Todo eso era FAS… antes de la suspensión de la Fesfut y la tambaleante continuidad del fútbol salvadoreño. Después, llegaron los “peros”: algunos alejamientos de jugadores, extranjeros que ya no continuaban y un inicio nada alentador: solo dos partidos ganados de los primeros ocho juegos.
Se compuso a tiempo. Duró exactamente 58 días el torneo Apertura, un campeonato express. Y del partido de inflexión (3-0 al Alianza) pasaron apenas 22 días. Ese juego fue el quiebre y desde allí se empezó a ver la mejor versión fasista. El crecimiento de su portero Kevin Carabantes, la mejoría de la dupla Domínguez-Clavel, laterales comprometidos como Marroquín e Ibsen, un medio con cantidad y calidad de jugadores (los ‘peludos’ Rivera y Landaverde, el corazón de Stradella, Clavito, Wilma, Erivan y siguen los etcéteras). Y la diferencia arriba con los extranjeros. En síntesis Rudy fue bandera, Quick Mendoza jerarquía. Pero todos aportaron lo suyo para el final feliz del equipo dirigido por Zambrano.
Ayer fue un ejemplo de solidaridad y aplomo. Dominaron al luchador Jocoro, un enorme subcampeón con el segundo presupuesto más bajo de todo el torneo que llegó adonde nadie lo daba al inicio del Apertura. O sea, hace menos de dos meses.
Muchas veces se cae en la “frase hecha”. Pero hay que decir que el público sí fue ayer el jugador número 12. Ese Cuscatlán abarrotado de aficionados fasistas era un enorme incentivo para un equipo que salió decidido a buscar la 19. Un espaldarazo gigante para lograr la vuelta olímpica. Y además, una prueba ineludible de que FASrecuperó su grandeza y su lugar en el fútbol salvadoreño.
Bienvenido otra vez.