Los Millenials más pimpollos y tiernos (aquellos que tienen entre 23 y 35 años aproximadamente) y los primeros profesionales de la generación Z (aquellos nacidos después del año 2000 que ya están en la universidad o se están incorporando a la fuerza laboral) son un grupo de jóvenes a los que yo me atrevo a llamar como la generación anti-cash. Son los que más suenan las campanas a favor de todo tipo de productos y servicios que implique utilizar pagos digitales sin uso de efectivo o moneda de papel a través de los smartphones.
Nuestros mozalbetes inexperimentados, poco letrados en la experiencia de la vida, pero apasionadamente interesados por hacer dinero lo más pronto posible, buscan redituar fortunas de la nada misma, utilizando cualquier tipo de innovación tecnológica, no importa si suena a locura o a filme de ciencia ficción. No es de sorprenderse que todo lo que suena a wallets digitales, pagos con criptomonedas especulativas, pagos con plataformas que se desvíen de la regulación bancaria, y todo aquello que implique transacciones “a lo inclusión financiera” que quepa en los Smartphones son el tipo de negocios que les atrae. La locura de los implantes de microchips de pago y de Internet de las Cosas que se insertan dentro de la muñeca o la palma de la mano, y cualquier tipo de ocurrencia que utilice la inteligencia artificial para hacer todo irreflexivamente y en automático es la tentación del momento. En una indagación reciente “The European Payments Landscape in 2030” realizada por Marqeta, el 51% de los encuestados europeos consideraría un implante de microchip en la mano para pagar las cuentas. ¿Algo aberrante no? El panorama de inventos anti-cash ya se ha sentido en el país con el ingreso del bitcoin y el auge de aplicaciones de pago en nuestros celulares. De allí la urgencia de monopolizar la pandemia mundial para acostumbrar a la gente a pagar sin efectivo.
Ahora bien, todas estas plataformas de pago y de uso de microchips descansan en 5 tipos de tecnología: la nanotecnología, la inteligencia artificial, la automatización, la supremacía quantum y el Internet. Si uno de estos 5 pilares se malogra, ya sea por un ataque de hackers, o por falta de insumos para procurar su fabricación, o porque se comprueba que hay lavado de dinero y operaciones ilícitas; ¡plácatelas!: a la generación anti-cash se le caen todos sus sueños al suelo. Además, la vulnerabilidad de estas plataformas no solo es codependiente de sus defectos inherentes, sino también de otros factores externos claves como la electricidad y la ciber-seguridad a gran escala. Una pequeña grieta en la cadena de valor de estos productos y el fracaso es inminente.
Utilizar la propuesta de valor de anti-papel (con la farsa del amor por la ecología y los arbolitos) o valerse de una bandera de estrategia de Robin Hood (dar dinero a los pobres quitando de la especulación de los ricos), o recurrir a la marca de inclusión financiera para hacer dinero son solo otras falsedades más para lanzar al mundo hacia los deseos y querencias de los proyectos de la generación anti-cash. Estos planes no tienen nada de digno ni de ético para nadie. Ni en los países ricos, ni en los países pobres. La falta de mecanismos regulatorios para detener este embate de pagos digitales lo hace aún más repulsivo. Lo más triste: si no se hace algo al respecto, los más afectados serán siempre los que no tienen, y lamentablemente es en nuestros países pobres donde el experimento traerá mortificación, pesadumbre y futuras decepciones.
CEO-Founder
Eleonora Escalante Strategy Studio
Corporate Strategy Reflections, Arts & Publishing