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Carta a los fanáticos: A la larga siempre pierden

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Por Paolo Luers
Periodista
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Amigos:

Todo comenzó el 13 de septiembre 2022, cuando una muchacha de 21 años llamada Masha Amini fue arrestada, golpeada y matada por la ‘Policía Moral’, porque anduvo sin el ‘hijab’, el velo que la ley islámica obliga a las mujeres a usar para cubrir su pelo. Si alguien cree que no existe tal cosa monstruosa como una ‘Policía Moral’, está equivocado: existe en Irán. Es una policía religiosa, que vigila la moda, las costumbres y el comportamiento moral de los iraníes, especialmente de las mujeres, las muchachas y las niñas.

Desde el día que la ‘Policía Moral’ asesinó a Masha Amini, la ‘República Islámica de Irán’, mejor dicho la dictadura de los mullahs, enfrenta las protestas más sostenidas y masivas de su triste historia. Comenzó con miles de mujeres jóvenes saliendo a las calles, quemando sus velos, reclamando libertad. Luego se incorporaron sus madres, las abuelas y las niñas en la escuelas. Luego se unieron a la protesta hombres, trabajadores, sindicalistas. Surgieron huelgas. Como Masha Amini y muchas otras víctimas de la represión eran parte de la minoría kurda en el oriente del Irán, el movimiento por la autonomía del pueblo kurdo se unió también a las protestas.

Una mujer sin velo se paró sobre un vehículo al frente de una masiva marcha hacia el cementerio de Aichi en Saqez, localidad de origen de la asesinada Mahsa Amini en Irán. Foto EDH / AFP

Las protestas se han convertido en rebelión y revelan que los fanáticos han perdido el apoyo popular que les permitió, durante décadas, ejercer el control total de la sociedad iraní. El fanatismo se desinfló y como respuesta el régimen, como siempre hacen los autoritarios, recurre a la represión. 234 personas han muerto, muchas de ellas mujeres y jóvenes, incluyendo 29 niños.

Lo que comenzó como una protesta contra imposiciones religiosas y se convirtió en un movimiento de las mujeres por sus derechos, está desembocando en un movimiento popular que se dispone a derrumbar el sistema autoritario.

A la par del grito ‘Mujer. Vida. Libertad’ de las mujeres, retomado ahora por todos, las multitudes gritan: ‘Libertad para Ucrania’. El apoyo político y militar de Irán a la invasión rusa en Ucrania se ha convertido en el otro gran tema de las movilizaciones populares. La gente entiende que esto va a empeorar la crisis económica-social que sufre el país. Y así se cierra el círculo: antes del asesinato de Masha Amini, las esporádicas protestas eran de carácter económico, ahora son integrales: contra el desempleo y el hambre, contra la imposición religiosa, por los derechos de las mujeres, por libertad, contra el envío de drones y cohetes iraníes a Rusia, provoca sanciones internacionales, que causarían más crisis social. Ahora, es una lucha por un cambio de régimen.

Los fanáticos están perdiendo. Perdieron el apoyo popular mayoritario, que al principio sostuvo su régimen. Están perdiendo el control social – y van a perder el poder. Es un ciclo político, que siempre se repite en la historia de los sistemas autoritarios que se basan en sus mecanismos de fanatizar a las masas. No son sostenibles, porque el fanatismo no es sostenible. Cuando la persuasión ya no funciona, entra la represión. La represión provoca resistencia. Cuando la represión selectiva ya no alcanza para detener la resistencia, se vuelve masiva.

Tanto en Irán y en el Kurdistán como en Ucrania y también en Rusia, al fin van a consolidarse la libertad y la democracia. Putin y los mullah iraníes no se van a poder salvar mutuamente. Los regímenes obsoletos, aunque son cómplices, no suman. Tampoco suman los gobernantes en otras latitudes, que coquetean con ellos porque comparten su desprecio al Estado de Derecho. Más bien refuerzan mutuamente sus debilidades.

Así que hay que recordale a los fanáticos -los de allá y acá- que el apoyo popular no es eterno. Me permito a adaptar a la actualidad la famosa frase de Abraham Lincoln: “Puedes fanatizar a todos por un tiempo, y a algunos todo el tiempo, pero no puedes fanatizar a todos todo el tiempo”.

Saludos, Paolo Luers

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