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Inmenso soñar del páramo

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Por Carlos Balaguer
Publicado el 21 de septiembre de 2022


Ni el frío de la estepa ni la más inmensa duda, pudieron detener los pasos firmes de Kania, el cazador de montañas... Se fue por el inmensurable arenal, matando a su paso sombras y alimañas venenosas. Lo impulsó el irrefrenable deseo de llegar a sí mismo, remontando las tierras altas del origen. Su destierro era parte de su propia suerte. Ser hombre y cumbre a la vez. Inmenso despertar. Grandioso recuerdo. Un monte más que soñaba consigo mismo, a fin de re encontrarse en las alturas. “Los que se han perdido de sí mismos, tienen que volver a encontrarse. Aquellos que alguna vez se olvidaron de sí, tienen que volver a recordarse.” —dijo en sus adentros, en medio de los tenebrosos llanos de Uma. “Aquellos que un día despertaron a la realidad tienen que volverse a soñar. Ellos que fueron sueño y realidad, desconocido ensueño. De lo contrario nunca llegarían a los montes...” Los días pasaron. Kania y los gigantes siguieron allá, detrás del aire. Y aunque eran invisibles, sus sombras colosales cubrían la planicie. Alguno de ellos tal vez llegó a avistar al arquero. Pero al acercarse descubrió que sólo era un espejismo más del arenal. Sin embargo —aunque el hombre y los gigantes no se vieran entre sí— ambos eran realidad en el inmenso soñar del páramo. (XXX) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>

TAGS:  Literatura juvenil | Opinión

CATEGORIA:  Opinión | Editoriales

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