"Nos dejaron solos”, reclamó al mundo el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. “No veo a nadie. Todo el mundo tiene miedo...”.
Las palabras de Zelenski reflejan el sentir tanto de su nación como de los pueblos que han caído en garras de tiranías y se hunden en la opresión, la corrupción y la miseria, como Cuba, Venezuela, Nicaragua y potencialmente El Salvador.
La respuesta de Occidente al inicio fue vergonzosa: imponer tibias sanciones al régimen de Putin —las que él mismo calificó de “superables”— además de ofrecer “ayuda humanitaria”, las tradicionales camas, tiendas de campaña y frazadas, amén de medicinas... Era como decir: esa guerra que la libren los ucranianos, que sean ellos los que pongan los muertos.
Las sanciones iniciales eran el equivalente de los regañitos y supresión de visas de EE.UU. a Maduro, Ortega y los funcionarios de Bukele en la lista Engel, lo que parece que “les resbala”. En su interior se ríen a carcajadas...
Pero poco a poco, Occidente ha ido respaldando a Ucrania con armamento y pertrechos. La Unión Europea ha cerrado el espacio aéreo a los vuelos rusos y se ha desconectado a Rusia del sistema SWIFT, la plataforma que permite realizar pagos internacionales. Polonia y Holanda están enviando armas y municiones, pues cualquier agresión a un vecino puede ser el preludio a una escalada de mayores proporciones (Putin incluso ha amenazado con atacar a Suecia si ese país se une a la OTAN).
Hay un horrible precedente en que puede esperarles a los ucranianos: en 1940, los soviéticos reunieron a todos los oficiales del ejército polaco y los masacraron en el bosque de Katyn, un espantoso crimen que luego se intentó falsamente atribuir a los nazis. Ahora, los rusos van tras el gobierno de Kiev y su misión es descabezarlo a sangre y fuego.
Pero el ejército ucraniano, con Zelenski a la cabeza, ha mostrado una resistencia espartana y ha complicado el asalto de los rusos a la capital y quizá toda la operación de los agresores.En una desproporcionada y enloquecida respuesta, Putin ha ordenado activar su protocolo nuclear.
La invasión pone de relieve la urgente necesidad de fortalecer la OTAN, el Tratado del Norte del Atlántico Norte, para responder con fuego cualquier intento del criminal Putin de anexar países miembros, uno de los objetivos que contempla para volver a montar la despanchurrada Unión Soviética a su manera y conveniencia.
¿Por qué no se pronuncia el régimen salvadoreño a estas alturas?
Sostener grandes ejércitos, equiparlos y entrenarlos, al igual que desarrollar armas de toda naturaleza, desde misiles y aviones de combate hasta tanques y vehículos blindados, se hace restando recursos a la economía, poder brindar bienes de consumo y servicios a la población, que en este caso equivale a paliar solo en la superficie la pobreza de los rusos.
Se dice que dentro de Rusia ha ido incrementándose la oposición a Putin y al grupo de corruptos oligarcas que sostienen la dictadura.
En el caso más extremo, los niveles de miseria de los norcoreanos a causa del armamentismo del régimen, son patéticos, como en parte sucede en muchas regiones de China que no han conseguido superar las marginales condiciones de los labriegos.
El régimen en nuestro suelo ha mostrado un pasmoso silencio sobre la invasión a Ucrania y no le da vergüenza no sumarse al concierto de naciones democráticas en contra de la invasión, sino que continúa con los distractores, como promover el hospital de mascotas, hacer bulla permanentemente con el bitcoin, seguir con los “shows” de los sobresueldos, saltar de ocurrencia en ocurrencia, de pequeño escándalo en pequeña escándalo pero siempre acosando y amenazando valiéndose de aberrantes decretos de la Asamblea de sumisos...