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La última de las ocurrencias: señales de tránsito de color cian

¡O tempora, o mores! (¡Oh tiempos, oh costumbres!), exclamó Cicerón, el gran pensador romano, al sonar la alarma sobre la conjura de Catilina, el demagogo, de caer encima del poder y montar una dictadura, más o menos como está pasando en esta tierra nuestra

Por El Diario de Hoy | Feb 01, 2022 - 19:39

Cambiar de rojo a cian —el color del partido oficial— las señales de tránsito es uno de los últimos arranques de fanatismo del bukelismo, contraviniendo no solo acuerdos firmados por nuestro país sino también la Constitución y la lógica misma, más cuando se asegura que fomentar el turismo, “la industria sin chimeneas”, es uno de los meneos en que el régimen está afanado, régimen que va de sorpresa en sorpresa, a cual más lustrosa...

Hace unos meses al alcalde oficialista de Santa Tecla le jalaron el aire cuando dispuso pintar de cian el Palacio Municipal, por lo que fue obligado a restituir el aspecto tradicional.

Dicho alcalde, si mal no recuerdan nuestros lectores, se estaba recetando un viaje a París para averiguar cómo se administraba con eficiencia un municipio, sin pensar de que allá son una veintena de alcaldías las que administran los distintos distritos, además de que la fórmula para el buen administrar es muy simple: poner gente capaz en los consejos municipales, no improvisados y novatos como él.

Pero ahora la ocurrencia es, como se pregona, cambiar colores de señales de tránsito, con lo cual un pobre turista que se aventure a visitar nuestro saqueado y desgarrado país no podrá reconocer de lejos si hay conos o un alto en la siguiente bocacalle, se trata de una vía en sentido contrario al que conduce... Si el confundido conductor tiene un percance a causa de los nuevos colorines ¿podrá alegar ante un juez que la confusión no es suya sino de los que ordenaron el cambio de colores?

Ya el país en gran parte pudo ver un video donde las recién ungidas autoridades que centralizan las obras municipales, todas del partido oficial, anunciaban los nuevos colorines, tomando el cuidado de mencionar, cada tres o cuatro palabras, el nombre del aspirante a dictador, cayendo en lo que durante la Guerra Fría se denomino “culto de personalidad”. Lo único que les faltó es tirarse al suelo con los brazos hacia adelante como hacen los musulmanes para adorar a Alá...

Que conste, cambiar los colores que la normativa internacional fija, incluyendo los símbolos para “no doblar a la izquierda, ruta peligrosa, cruce de animales silvestres”, etc., no es la más reciente ocurrencia y ni de lejos será la última, pues la Asamblea oficialista ya decretó que a las mascotas se les debe implantar un microchip, aunque sea del pobre chucho de una humilde familia de cantón o caserío, de los que se van más lejos de la cuenta o terminan muertos o se quedan sin lo que sus dueños les tiran al final de una comida.

No está claro, a este respecto, si implantar los microchips será potestad y privilegio de algún grupo ligado al régimen, que solo ellos podrán hacerlo y serán ellos los que vayan de casa en casa pidiendo la certificación de que el chucho ya está “chipeado” y poner multa cuando no lo hayan hecho.

En menos de tres años el régimen ha llevado al país al borde de la bancarrota

¡O tempora, o mores¡ (¡Oh tiempos, oh costumbres!), exclamó Cicerón, el gran pensador romano, al sonar la alarma sobre la conjura de Catilina, el demagogo, de caer encima del poder y montar una dictadura, más o menos como está pasando en esta tierra nuestra, a la que quieren, los cyanes, sumir en un despotismo, una dictadura en un país que, como señala Andrés Oppenheimer en el Miami Herald , está prácticamente en bancarrota a causa de imponer el bitcoin como moneda de curso legal, una advertencia severa que hace el Fondo Monetario Internacional: abandonen de inmediato lo del Bitcoin..
En menos de dos años el régimen se las arreglo para arruinar al país...

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