"Algún poderoso, tristemente encerrado en las anacrónicas pretensiones de intereses nacionalistas, provoca y fomenta conflictos... mientras el común de la gente advierte la necesidad de construir un futuro que, o será juntos, o no será”, dijo el Papa Francisco al referirse directamente a la agresión del criminal de guerra Putin a Ucrania, un mensaje que, sin embargo, aplica a países como Nicaragua, Cuba, El Salvador y Venezuela, cuyos regímenes imponen inhumanas, fallidas y grotescas medidas en grave menoscabo de la gente, de su bienestar, de su seguridad.
Nicaragua es, por ahora, el extremo de barbarie impuesta por un enloquecido dictador, siendo el único país del mundo sin diarios impresos que además está confiscando las universidades privadas y que condena por orden directa a ciudadanos a largas penas de cárcel, no por lo que hayan hecho, sino por ser potencialmente oposición al régimen.
La despiadada agresión de Putin a Ucrania no sólo ha dejado un grave saldo de personas no beligerantes muertas o lisiadas, sino que además una secuela de muerte y destrucción en sus principales ciudades, a lo que se agrega el gran número de soldados, oficiales y cerca de diez generales rusos muertos o lisiados, así como tanques, carros de combate y aviones rusos destruidos con sus ocupantes dentro.
Esos soldados, la mayoría reclutas que no recibieron el debido entrenamiento previo a enviarles a combatir, son la carne de cañón de Putin, los que pagan directamente las consecuencias de una agresión mal planificada, peor librada y a un gran costo para la población rusa a causa de las sanciones impuestas por Estados Unidos y países europeos, americanos y asiáticos.
A lo largo de la historia reyes y emperadores iban al frente de sus tropas, como Alfonso El Batallador, uno de los reyes medievales más belicosos de Aragón y Pamplona, quien murió en 1134 sitiando la fortaleza de Fraga; Fernando El Católico, ya en los albores de la Edad Moderna, siguió participando en batallas campales como la de Toro (1476) y encabezó varias cargas como un caballero medieval clásico. El emperador Francisco José de Austria-Hungría, Napoleón III de Francia y Víctor Manuel II del reino del Piamonte-Cerdeña comandaron sus ejércitos en la cruenta batalla de Solferino, en junio de 1859. Pero el criminal de guerra Putin, como Ortega y otros cuyos nombres no vamos a mencionar se rodean de guardaespaldas y viven amurallados. Sólo así son valientes...
No hay que apostar por la barbarie sino alentar la paz y el progreso
El mundo civilizado se ha unido en condenar la vil agresión al pueblo de Ucrania y su país, pero trata con indiferencia lo que sucede en nuestra América como en muchas regiones de África en las que soldadescas han quemado vivos a civiles indefensos.
Literalmente, de igual forma como han condenado en la más fuerte manera la agresión a Ucrania, no lo hacen con respecto a Nicaragua, a Cuba, a El Salvador, a Venezuela; únicamente en Honduras un corrupto déspota ligado al narcotráfico ha sido esposado y en cuestión de días será extraditado.
Se dice que la violación de derechos fundamentales, de libertades, de los cuidados que merece todo ser humano decente y en una medida hasta criminales, afecta a todos los hombres, pues tales atropellos son puntas de lanza de la barbarie, del salvajismo, de lo infernal.
Los crímenes perpetrados por bandas siniestras en nuestro suelo, al igual que las agresiones de los talibanes a la mujer afgana, a los niños de esa desangrada nación, si es que merece tal calificativo, lesionan la civilidad, la vida, el porvenir de todos, como la agresión policial a activistas de los derechos humanos en nuestro país, se suma a la violencia contra la mujer, contra toda persona pacífica.
El mundo, por desgracia, se debate entre Ariel y Calibán, entre las fieras y la civilización, entre los estercoleros y la vida organizada...