Los dictadores tejen falsas realidades para sobrevivir como tales, un hecho que con toda crudeza explica las cerradas posturas del criminal de guerra Putin frente a su catastrófica decisión de invadir Ucrania bajo la creencia de que en un par de semanas el país estaría bajo control de las tropas rusas.
Pero una cosa es una guerra corta y rápida, la clásica “blitzkrieg”, y otra una invasión que exige diferentes tácticas, líneas de abastecimiento ágiles, una moral colectiva de parte de un ejército que avanza victorioso pero distinta a contingentes de enfrentan una resistencia inesperadamente eficaz que diezma a la tropa.
Los rusos cuentan con tanques y camiones artillados de nueva generación, pero estos equipos están siendo destruidos por misiles lanzados desde un aparato que se carga sobre el hombro, la nueva generación de las bazucas de la Segunda Guerra Mundial usadas contra nazis y japoneses.
Tales lanzamisiles están destruyendo la aviación rusa, la que Putin creyó invencible pero que pilotos ucranianos han detenido con misiles aire-aire, además de ser muy ágiles en el combate.
Ni los soldados rusos ni sus pilotos ni sus comandantes estaban preparados para enfrentar a un enemigo muy decidido a luchar por su país, a preferir la muerte antes que rendirse para convertirse en esclavos.
En un video que se ha hecho público, Putin humilla a su jefe de inteligencia por señalar ante el grupo de militares y oligarcas que son su sostén, los desafíos y las bajas y perdidas sufridas, pues eso, como es natural, empaña la imagen que se esfuerza por dar de ser un líder victorioso que está en proceso de recomponer el viejo imperio con naciones subyugadas en su periferia.
Todo esto conduce al “culto de la personalidad” que es fundamental para sostener dictaduras y que, entre otras cosas, trae a la memoria los desfiles en la Plaza Roja de Moscú con grandes pancartas con el rostro de Stalin, que presidía las ceremonias rodeado de sus secuaces, los criminales que ejecutaban las órdenes.
Era tal el pavor que la gente tenía de Stalin, que se cuenta de un músico encargado de manejar a los compositores y las orquestas de Rusia que estando un día frente al monstruo este le hizo un reclamo tal que el pobre hombre literalmente evacuo sus intestinos en ese momento de puro terror.
Ese terror despierta el criminal de guerra Putin, miedo “insuperable”, que lleva una larga trayectoria de envenenamientos, a lo que se agrega la horripilante historia de una modelo que lo calificó de sicópata y que más tarde apareció descuartizada en una bolsa negra.
“Los tribunales” en nuestro suelo son dependencias del Ejecutivo
El criminal Putin llega al extremo de fingir elecciones, nombrando individuos que se prestan a perder. Hace poco tiempo el campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov, se presentó como candidato, pero luego debe haber recibido tales amenazas terminó refugiándose en Estados Unidos, desde donde dirige grupos de disidentes en distintos lugares de Rusia, al igual que las personas que apoyan la campaña de Alexei Navalny contra la corrupción. Navalny es un héroe a quien acaban de acusar y condenar por la misma clase de cargos que el régimen de nuestro país se inventa para perseguir personas o grupos que le incomodan.
Cuando en nuestro suelo, al igual que en Rusia, alguien es amenazado de acusarlo “en los tribunales”, se refieren a dependencias del Ejecutivo, igualititito a Nicaragua...