En el gran bulevar de Berlín que termina en la Puerta de Brandenburgo y que luego toma el nombre de Unter den Linden, “Bajo los Olmos”, los rusos poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial colocaron una escultura de unos tres metros de altura dedicada “al soldado ruso”, la que casi de inmediato fue conocida por la población como “el monumento al violador/saqueador desconocido”, el desprecio de los alemanes occidentales a esa violenta y con frecuencia desenfrenada soldadesca.
Violadores, saqueadores y asesinos son gran parte de la soldadesca que el criminal de guerra Vladimir Putin, hasta hace muy poco envenenador de opositores, ha soltado sobre Ucrania. Los rusos, vale decir la tropa del criminal de guerra Putin, están asesinando civiles, saqueando casas y comercios, bombardeando hospitales, destruyendo edificios que al derrumbarse entierran bajo sus escombros a sus ocupantes.
Cuando en nuestro país, en enero de 2001, hubo un deslave del cerro sobre la colonia Las Colinas, en Santa Tecla, que dejó soterradas a cientos de personas, de las cuales la mayoría murió, la consternación fue general, como sucede durante los terremotos y las inundaciones que causan decenas y hasta centenares de víctimas. Pero en Ucrania los civiles que pierden sus viviendas y hasta la vida y ven cómo los implacables ataques con misiles destruyen cabildos, construcciones cívicas, parques, son miles de miles, víctimas de una agresión sin sentido que dejará profundas huellas en los pobladores.
El criminal de guerra esperaba que su “invencible ejército” ocupara en pocos días el país, pero no contaba con la eficiente respuesta del ejército de Ucrania, que ha causado muchas bajas militares y destruido tanques, carros de guerra y aviones a los agresores, que como respuesta destruyen indiscriminadamente ciudades, hospitales, edificaciones diversas.
Más de dos millones de ucranianos han escapado de la carnicería, pero hay muchos otros que no cuentan con esa opción, entre ellos:
—personas con condiciones de salud que les restan movilidad y que quedan sin los servicios médicos y hospitalarios que requieren para mantenerse en vida, como diabéticos, personas que sufren cáncer, problemas renales, invalidez;
—niños que sufren de dislexia, de invalidez, síndrome de Down, incapaces de valerse por sí mismos, lo cual obliga a sus padres a permanecer a su lado;
—ancianos, gente que sufre Alzheimer, los pacientes de asilos, neonatos, niños con malformaciones...
Ciertamente, dos millones de ucranianos han huido, pero se quedan 42 millones llenos de odio hacia los rusos y que no olvidarán esta infamia.
Tratar de rescatar esa gente es sumamente riesgoso, más cuando la soldadesca rusa está atacando los corredores humanitarios en abierta violación a normas de guerra.
Putin está, sin quererlo, envenenándose a sí mismo
A lo anterior se suma la amenaza de que el criminal de guerra Putin use gases tóxicos contra la población y la defensa armada ucraniana, como fue el caso del archicriminal Assad, de Siria, que bombardeó indiscriminadamente ciudades y usó armas químicas contra los “rebeldes”, entiéndase contra los que se rebelaron contra su inhumana dictadura.
El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, expresó este martes su preocupación sobre un eventual ataque químico de tropas rusas encubiertas y añadió que la alianza militar está “muy atenta” a ese riesgo. “Nos preocupa que Rusia pueda organizar una operación bajo bandera falsa que posiblemente incluya armas químicas”, dijo Stoltenberg.
No sorprende nada que Assad el asesino y Putin el asesino se entiendan y sean aliados...
Cualquier ser humano se conduele hasta el alma cuando sabe que por un acto de locura un pirómano dé fuego a un orfanato o un hotel, de que un loco esté matando mendigos en Nueva York y Washington, de que vándalos destruyan automóviles en un vecindario únicamente para hacer daño...
Todo eso, pero a una escala infernal, está sucediendo en Ucrania, una nación que nunca va a olvidar la horrible y sin sentido agresión del criminal de guerra Putin, que está cavando su propia tumba política y física, con el horror que ha desatado contra Ucrania y contra la humanidad entera...