El presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, llegó al poder ofreciendo combatir la corrupción y modernizar el país, lo que Dios mediante logre en una buena medida, más considerando cómo operan mafias de toda naturaleza, algunas de ellas incrustadas en movimientos políticos y como trasfondo el narcotráfico, que a juicio de algunos y después de analizar el drama ecuatoriano, a las puertas de una segunda vuelta en la carrera presidencial, la perfidia se mueve bajo la sombra del espíritu maligno de Correa.
En Guatemala un expresidente, Otto Pérez, y su ex vicepresidenta están en prisión debido a un descarado saqueo al estilo Mauricio Funes (fugado en Nicaragua), lo que es una refrescante noticia para los guatemaltecos: tarde o temprano los corruptos van a dar con sus huesos a la cárcel, pero queda por ver lo que espera al presidente saliente Giammattei, que encarceló al destacado periodista José Rubén Zamora por las denuncias que El Periódico de su propiedad hacía sobre la oscura gestión del actual presidente.
Arévalo es hijo del doctor Juan José Arévalo, que pasó de una cátedra universitaria en Argentina a la presidencia, donde hasta donde recordamos, no cometió nada censurable.
Juan José Arévalo con frecuencia caminaba en las principales calles de Guatemala, una alta y distinguida figura que arreglaba ciertos desórdenes con la asistencia de un enorme mujerón, la “Maciste”, que tenía la fuerza y las mañas para pacificar donde se necesitaba, lo que es muy distinto a echar soldadescas contra opositores para aterrorizar con las culatas de sus armas...
El presidente electo sabe que al lado de personas y familias tranquilas, que son la inmensa mayoría y que labran su bienestar con su trabajo y acatando normas civilizadas, una de las luminosas herencias del cristianismo, hay grupúsculos que como en toda nación se organizan para robar, estafar, extorsionar, lo que debe combatirse con la ley en la mano y como es seguro que esperan de el sus electores.
La mejor cura para males sociales es el Orden de Derecho y la libertad
Guatemala necesita superar los traumas heredados de la violencia que por décadas azotó a nuestros países y que continúa socavando el progreso de Honduras y que en Nicaragua culmina en una de las más grotescas dictaduras del momento, marcada por la confiscación de centros de enseñanza superior y la implacable persecución de sacerdotes y obispos.
¿Es que hay fórmulas para superar el subdesarrollo? La más efectiva es la economía libre, de mercado, que reconstruyó Alemania de la espantosa destrucción sufrida el final de la Segunda Guerra Mundial y que fue el ejemplo para poner de pie a Japón y sacar de la milenaria pobreza a los ahora Tigres del Asia.
Es muy sano reducir tramitología, poner la burocracia al servicio de la gente, recortar impuestos y alentar la formación de capital de trabajo, lo que a su vez fomenta la inversión necesaria para generar empleo, sobre todo entre los jóvenes, alentando la enseñanza en todos sus niveles y sanas versiones.
Una meta muy importante es que menos y menos guatemaltecos busquen emigrar, que se sientan bien en la tierra que les vio nacer.
Don Bernardo “reinará” sobre un hermoso país, uno cuyo principal signo es el Quetzal, el ave de la libertad.