Francia, Canadá y demás aliados se retiran de Malí, donde han enfrentado al yihadismo durante una década.
Los Aliados consideran que ya no existen las condiciones políticas, operativas y jurídicas para continuar las operaciones contra el terrorismo debido a la falta de cooperación de la junta militar que gobierna el país tras dos sucesivos golpes de Estado, en 2020 y 2021.
Francia, a través de su presidente Emmanuel Macron, anunció esta decisión acompañado por el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, y de los presidente de Senegal y de Ghana, por ser también encargados de la conferencia de los Jefes de Estado africanos y de la comunidad económica de África Occidental. El momento es histórico porque introduce una nueva posición a la vez en materia de seguridad tanto como geopolítico.
La ONU también está presente desde 2013 con la Misión de Paz MINUSMA, a la que contribuyen más de medio centenar de países como El Salvador, México o Guatemala, con 15,000 efectivos militares. Las autoridades castrenses de El Salvador aún no comunican qué decisión se tomará sobre sus efectivos.
Contando con Mauritania, Malí, Níger, Burkina Faso, Chad y sudan, esta parte de África cubre 5 millones de kilómetros cuadrados. Esta confrontada desde el principio de los años 2010 a una presión de movimientos islamistas que crecieron a raíz de la caída de Moamar Kadhafi en Libia en octubre de 2011, tanto como sobre la situación de crisis social. En 2013, un país en particular ha sido el blanco de dichos grupos: Malí. Crisis de gobernanza a raíz de varios golpes de Estado desde entonces, problemas permanentes de desarrollo, debilidad del Estado sobre un territorio de más de un millón de km 2, tantos elementos que alimentaron un suelo favorable a la instalación de un conflicto. En enero de 2013, los grupos yihadistas, empezando con Al Qaida en el Maghreb islámico, se desarrollaron, amenazando la región capital, después de haber tomando el control de una parte del norte del país y de ciudades emblemáticas como Timbuctu.
Francia, a petición del entonces gobierno central instalado en la capital Bamako, intervino en fin de parar el avances de los terroristas. A partir de febrero de 2013, la operación “Serval” empezó. Se tiene que entender dos puntos importantes que explican la intervención francesa:
1) la situación de seguridad en el Sahel y África Occidental es también de interés para los europeos. La interdependencia que fuese tanto económica, como social o institucional, concierne ambas regiones. Estos últimos años, la crisis migratoria lo demostró. Se parece a la relación entre América Central y del Norte, son millones las personas que viven en Europa, provenientes de esta parte de África. Las remesas, los intercambios crearon nuevos lazos desde las independencias que ocurrieron a partir de 1960.
2) Francia es el único país de la Unión Europea que puede proyectar en el exterior fuerzas militares terrestres, aéreas con apoyo marino. Obviamente, su potencial nuclear procure una formula disuasiva en un debate geopolítico. Las lazos que tiene con todos los países de la región, ademas francófona, explican ese compromiso.
A partir de 2014, “Serval” fue remplazado por «Barkhane», dispositivo más pesado, contando hasta más de 5,000 soldados, con aliados europeos y africanos. A pesar de una presencia terrestre permanente, con bases en Malí, tanto como en Níger tanto como de logros militares, la presencia terrorista quedo presente.
En Malí, la crisis de gobernabilidad que se concretizó con nuevos golpes de Estado en 2020 contra el ex-presidente Ibrahim Boubacar Keita y en 2021 contra el Presidente de transición Bah N’Daw, reforzó la crisis de gobernabilidad. Los militares en el poder, buscan responsables de una crisis que asimila debilidad estatal y corrupción: las fuerzas europeas y sobre todo francesas parecen ser el blando privilegiado. Poco importa que 53 soldados franceses se hayan sacrificados en el Sahara, que la presencia europea lleva millones de euros en apoyo socioeconómica y cooperación siendo fuentes de miles de empleos, ocultar sus propios errores alimenta el rencor nacionalista, instrumento clásico usado por regímenes auto-proclamados. China y ahora Rusia refuerzan su presencia, una con acuerdos económicos inéditos, otra a través de grupos de mercenarios de empresas como “Wagner” que no son “oficialmente” ligados al país, pero que le permite instalarse.
El salto hasta el desconocido intenta ser controlado: el vacío de Malí procure una oportunidad para que lleguen nuevos asociados, en lo particular Rusia, presente en Libia tanto como en República Centroafricana. El propio presidente de Níger, Mohamed Bazum, afirmó en la cumbre euro-africana de Bruselas de los 17 y 18 de febrero pasado, que el retiro de Malí iba a crear un vacío cuyo provecho iba a los terroristas.
Las interconexiones entre África y Europa, no paran, por lo tanto. Una crisis en el Sahel puede significar una nueva ola de migrantes y riesgos en materia de atentados. Desde 2015, Francia, tanto como Bélgica, Alemania, Países Bajos, pero también Gran Bretaña, sufrieron ataques islamistas que sacan sus raíces del frontera sur europea, es decir, África. El tema es internacional: las Naciones Unidas, presentes a través la misión de la MINUSMA, en la cual participa El Salvador. Las tensiones se extienden en toda la zona: la estabilización de Malí tiene consecuencias en la región, pero también en África del Norte, volviendo en la temática del Mediterráneo. Hoy en día, el riesgo consiste en ver el Malí y una parte del Sahel transformarse a raíz del tiempo, en un nuevo santuario yihadista, fuente de estabilización continental tanto como para Europa. Desde de 9 años de intervención, Francia sabe cuánto las operaciones militares hacen parte de un dispositivo más global que cuenta con una dimensión política, institucional, económica, social y cultural. El reposicionamiento de las fuerzas euro-africanas desde del retiro de Malí abre un tiempo nuevo, en el cual el objetivo principal es combatir el subdesarrollo y la apropiación por las poblaciones de un destino más que nunca compartido, en un espacio regional y geopolítico competitivo.
Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr