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San Salvador, ¿otra ciudad es posible?

No me cabe la menor duda de que debemos aprender del pasado y de otras experiencias que han funcionado de manera efectiva y sustentable, por eso, con el suficiente conocimiento de causa y solvencia que me da él haber tenido una actitud  propositiva ante las distintas gestiones municipales de las últimas décadas, quiero destacar que la magia especial que tienen los concejos participativos y pluralistas es, precisamente, eso, es decir, el estar constituidos por personas de diversos signos políticos, de todos los sectores sociales, de profesiones diversas y de distintos “grados de juventud”, lo que permite que el alcalde que entienda que uno de sus deberes es ceder ante los criterios y razonamientos del concejo, aún en contra los de su partido por el bien de la ciudadanía.

Por Andrés Espinoza | Abr 06, 2022 - 20:49

El reconocer la raíz histórica del problema de San Salvador y los municipios aledaños no debe servir, de ninguna manera, para, simplemente, no hacer lo que nos corresponde como ciudadanos y como sociedad

Estas breves reflexiones que compartimos con la ciudadanía, más que una forma de desnudar los grandes problemas de nuestra ciudad capital, son un desahogo por el hastío colectivo de cientos de personas que, de una u otra manera, me han abordado desde ya hace mucho tiempo para, entre la frustración y el desespero, preguntarme que ¿qué podemos hacer ante el monstruo de ciudad que nosotros mismo hemos creado y que, cotidianamente, nos devora y oprime?

Y lo hago desde mi propia trinchera personal, desde abajo, desde mi posición humilde de ciudadano que ya no aguanta más esta ciudad que cohabitamos; porque aquí me tocó nacer y vivir y porque, al igual que cientos de miles de personas, durante décadas depositamos nuestra confianza en gobernantes que no supieron entender su papel como administradores de la cosa pública y que, desde su ingenuidad, desde su ignorancia o desde su desidia, no supieron cumplir con su trabajo por el bien común.

Como muchos de ustedes, he vivido más de medio siglo en esta ciudad, he sido testigo de sus procesos y problemas, de cómo nos ha impactado en la calidad de vida.

Y si alguien pudiera pensar que este no es el mejor momento político para sacar estos temas ya que estamos en medio de una crisis económica internacional, ante la amenaza de una conflagración global y en una situación nacional con un régimen de excepción, yo les pregunto, ¿entonces cuando?, si los llamados desesperados de la ciudadanía, por más que terminen en la agonía del que calla, así como el sujeto del cuadro tan famoso de Munch, siempre seguirán presentes.

La verdad es que, estos problemas que vivimos en San Salvador: hacinamiento, congestionamiento, contaminación, desorden vial, ventas en la vía pública, inundaciones, acumulación de basura en las calles, falta de agua potable, deficiente servicio de transporte público, delincuencia, violencia, falta de infraestructura para personas con discapacidad, y una lista verdaderamente interminable; no son de ahora. Los problemas de nuestra urbe son producto de un largo proceso de falta de voluntad y de irresponsabilidad política en la gestión pública, y, aunque parezca absurdo, de ego.

Sin embargo, el reconocer la raíz histórica del problema de San Salvador y los municipios aledaños no debe servir, de ninguna manera, para, simplemente, no hacer lo que nos corresponde como ciudadanos y como sociedad. Como ciudadanos, debemos entender que ningún gobernante hace todo mal o todo bien, sí vemos la historia de nuestra ciudad capital, hasta el peor de nuestros alcaldes ha hecho cosas positivas por la ciudad y hasta el mejor de nuestros ediles ha cometido errores. Y es que ciudadanos y funcionarios no hemos entendido que quien gobierna el municipio no es el alcalde, él es, solamente, el que preside al gobierno local, el verdadero gobernante es el concejo municipal, un equipo integrado por especialistas, ciudadanos y ciudadanas con compromiso y vocación de servicio que se constituye para regir ante una ciudadanía activa y vigilante, proactiva, crítica y propositiva.

No me cabe la menor duda de que debemos aprender del pasado y de otras experiencias que han funcionado de manera efectiva y sustentable, por eso, con el suficiente conocimiento de causa y solvencia que me da él haber tenido una actitud  propositiva ante las distintas gestiones municipales de las últimas décadas, quiero destacar que la magia especial que tienen los concejos participativos y pluralistas es, precisamente, eso, es decir, el estar constituidos por personas de diversos signos políticos, de todos los sectores sociales, de profesiones diversas y de distintos “grados de juventud”, lo que permite que el alcalde que entienda que uno de sus deberes es ceder ante los criterios y razonamientos del concejo, aún en contra los de su partido por el bien de la ciudadanía.

Por eso cuando me pregunto si ¿otra ciudad es posible?, con esperanza respondo afirmativamente ya que tenemos lo que más se necesita: una población inteligente que solamente quiere un espacio de expresión y participación en una lucha contra la mezquindad de unos pocos que se benefician del caos.

Empresario, publicista, experto en ciudad
andres.espinoza008@gmail.com

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