Por Pareciera que estamos viviendo algo similar a la peste del insomnio y del olvido de Cien años de soledad cuando los habitantes de Macondo, después de muchos días de no dormir, comenzaron a perder sus recuerdos, a olvidar el nombre de las cosas y de las personas, la utilidad de los objetos más simples y hasta la consciencia del propio ser. Tal vez no tan grave y profundo como en la novela de Gabriel García Márquez, lo cierto es que los que trabajamos en el área de la salud mental escuchamos cada vez con mayor frecuencia quejas de pacientes que nos relatan que se les olvida todo, que pierden la noción de lo que están haciendo, que extravían todo tipo de objetos y que los saludan personas en la calle e incluso tienen conversaciones con ellas, sin recordar quiénes son.
Por supuesto muchos se preocupan de tener un Alzheimer en progreso y tienen miedo de que la condición se agrave hasta perder por completo sus facultades mentales y el contacto con la realidad. En la mayor parte de casos estas preocupaciones son afortunadamente infundadas, aunque siempre hay que estar pendientes y reconocer entre las diferentes posibilidades. En las demencias como la Enfermedad de Alzheimer, que es la principal de las demencias degenerativas, se pierden habilidades cognitivas como la abstracción, la memoria de trabajo y el cálculo, cosa que generalmente no ocurre en las personas que se quejan de haberse vuelto muy olvidadizas. Pongamos el caso de que yo entre a mi casa con las llaves del vehículo en la mano y a la hora de salir de nuevo no las encuentro. Pueden haber ocurrido dos cosas; la primera es que yo no me fijé donde las puse, posiblemente por estar pensando en una y mil cosas que tengo pendientes. La otra posibilidad es que yo realmente olvidé donde puse las llaves. En el último caso es un problema de la memoria, en el primero un problema de la atención, cosas muy diferentes. Por fortuna la inmensa mayoría de las personas sólo tienen problemas de la atención, no de la memoria. Con la gran cantidad de cosas que distraen nuestra mente, recibos por pagar, ir al supermercado por un desinfectante, pasar por la farmacia, llamar al fontanero, mientras estamos pendientes de cosas del trabajo, de los resultados de los exámenes de nuestros hijos y de la crisis Rusia-Ucrania, no es inusual que no nos fijemos en simplezas como dónde pusimos las llaves.
Pero las demencias existen y hay que tenerlas en cuenta, especialmente cuando avanzamos en edad. Es importante porque un diagnóstico y un tratamiento tempranos hacen una gran diferencia en la evolución de la enfermedad y en el pronóstico a largo plazo. En las demencias degenerativas más comunes los cambios iniciales son generalmente sutiles, problemas en la capacidad de abstracción, que es la habilidad de detectar la esencia de las cosas. Con el tiempo aparecen los trastornos de la memoria, pero son alteraciones específicas. En el Alzheimer se ve afectada principalmente la memoria de corto plazo, llamada también de fijación o de trabajo. La memoria remota no se observa tan afectada, de tal manera que la persona puede recordar perfectamente los nombres de sus maestros de primaria, pero no recuerda lo que hizo hace una hora.
Hay que tomar en cuenta también que existe una tendencia natural a olvidar, lo importante es advertir qué tipo de cosas se olvidan.
Médico Psiquiatra.