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El poder de la palabra

Un poder político que basa su existencia en la aniquilación de quienes se pueden oponer a él desde la palabra, no es un poder político, es, simplemente, el ejercicio de la nuda violencia camuflada en algunos casos de democracia, y en otros de “respeto” a una ley que se crea, gestiona y aplica desde una única instancia.

Por Carlos Mayora Re
Ingeniero @carlosmayorare

Massimo Recalcati es un psicoanalista y novelista italiano muy prolífico. Sus campos de interés van desde los trastornos alimentarios, hasta cuestiones sociológicas de gran actualidad.

Precisamente de un libro suyo titulado “El gesto de Caín”, copio la siguiente cita: “El gesto de Caín es despiadado: mata a su hermano derramando su sangre en la tierra. No deja esperanza, no permite el diálogo, no retrasa la atroz violencia del odio. Es a partir de este gesto que comienza la historia del hombre. Sabemos que el amor al prójimo es la última y más fundamental palabra alcanzada por el logos bíblico. Pero esa no fue su primera palabra. Viene después del gesto de Caín. ¿Podemos pensar que el amor al prójimo es una respuesta a este terrible gesto? ¿Podemos pensar que el amor al prójimo sólo puede lograrse pasando necesariamente por el gesto destructivo de Caín?”.

Esas palabras, leídas en el contexto de un curso de antropología en el que me encuentro, y en el que se está tratando, precisamente la realidad de la persona humana desde su faceta relacional, me ha hecho entender algunos puntos que quisiera compartir.

Partiendo del hecho de que el ser humano es el único ser vivo que además de sonido (phoné, en griego) tiene palabra (logos), y que precisamente por esa singular capacidad de comunicarse solo puede desarrollarse a sí mismo en la casa y la ciudad, porque a través del logos -como señala Aristóteles- descubre no solo lo bueno y lo malo, sino también lo justo y lo injusto -y, añado- los derechos y deberes que implica la vida social, la solidaridad y la subsidiariedad con respecto al prójimo, etc. No es difícil deducir que el ser humano viene a ser el único entre todas las especiescapaz de hacer política. 

Es decir: la palabra hace comunidad. Está presente desde la relación madre-hijo (aun cuando éste tenga horas de haber nacido), hasta la posibilidad de crear enormes y complejas matrices relacionales como las Redes Sociales que, sin la palabra, serían imposibles. 

Porque, de hecho, lo único que en último término se opone a la comunidad, y por lo tanto a la búsqueda del bien común, y en último término a la vida política, es aquello que elimina y hace imposible la palabra: la violencia. 

Un poder político que basa su existencia en la aniquilación de quienes se pueden oponer a él desde la palabra, no es un poder político, es, simplemente, el ejercicio de la nuda violencia camuflada en algunos casos de democracia, y en otros de “respeto” a una ley que se crea, gestiona y aplica desde una única instancia.

Empezando por Caín, la humanidad ha aprendido después de ingentes ríos de sangre, que donde no hay razón hay violencia… Sin embargo, para ver la otra cara de la moneda, también hemos hecho propio que, como se dice en inglés “the pen is mightier than the sword”; es decir, la pluma es más poderosa que la espada. 

Un adagio cuya aplicación entre los filósofos clásicos, vendría a dar su peso y lugar a la educación y a la formación de mentes cultivadas, como garantía de justicia en la sociedad y por lo mismo de paz. Pero que, en manos de algunos políticos contemporáneos, tal vez a partir de lecciones aprendidas desde los años del nacional socialismo del siglo pasado, ha venido a fundamentar el afán por dominar no solo la espada,sino principalmente la opinión pública por medio de la propaganda. Llegando a crear un mundo alternativoque poco a poco impone sus reales. 

Un procedimiento que, si bien garantiza la posesión y en algunos casos la permanencia en el poder; también -como lo demuestra la historia- es el caldo de cultivo ideal para que tarde o temprano explote una revolución, una guerra, o una situación cruenta y despiadada.

Ingeniero/@carlosmayorare

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