Hace unos días se celebró el Día del Amor y la Amistad. Para muchas mujeres, sin embargo, esta fecha es un sinónimo de frustración, dolor, y -¿por qué no decirlo?-un sentimiento de estigmatización porque no tienen pareja, o novio o no están casadas. El poeta argentino, Jorge Luis Borges, plasmó este sentimiento hermosamente en uno de sus poemas “Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma..que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad...”.
Aclaro que en coherencia con mi fe católica, creo absolutamente que el matrimonio es un sacramento -algo santo e instituido por Dios-. Pero, de igual forma, creo que no todas las personas están llamadas a tener ese sacramento y no todas están llamadas a tenerlo a la misma edad, o de la misma manera. Esa filosofía que “el tren me dejó” o que “necesito un hombre para ser una mujer plena” no son razones válidas para el matrimonio. Cómo tampoco el amor se define con rosas, chocolates, peluches, et al. Como tampoco lo son las definiciones tradicionales de “romance”. La vida no es una canción de Luis Miguel, desafortunadamente.
Hay un meme que me encanta que dice que si la vida no me da una pareja al décimo intento, me asignará una mascota. En mi caso, he de llevar como veinte, porque tengo dos gatos (casi la solterona perfecta). Hay intentos que han sido dolorosos, pues con el tiempo me di cuenta de que las relaciones no funcionaron en gran parte por culpa mía. Hay otras en que le doy gracias a Dios porque nunca funcionaron. Y otras en las que me arrepiento de no haber intentado por miedo a salir herida. Sin embargo, en este largo parcial de la vida he aprendido dos cosas: la primera es que cómo mujeres tenemos que darnos cuenta de que no siempre la compañía significa felicidad; la segunda es que nunca tenemos que cerrar nuestro corazón al amor, siempre y cuando este amor no implique sacrificar lo que nosotras somos.
En los 30 años que dicen que no dije nada, pero que asustaba a mucha gente porque hablaba de El Mozote, la justicia social y la necesidad de la transparencia, se me dijo lo siguiente en un salón de una casa “bien” : “No estas casada porque hablás de política. ¡Habla de cosas tontas!”. Años después, alguien me dijo: “Tu problema es que sos muy devota, si querés marido anda a las discotecas, no a la iglesia” (o sea, ya tenía casi 50 años). Ni me puse a hablar bobadas, ni dejé de ir a la iglesia ni tengo marido. Pero si sé una cosa, el día que tenga pareja, van a ver a la verdadera Carmen, no a alguien que se ha maquillado para ser más “casadera”.
Y me encantaría decirles que es fácil, y que uno no se deprime, y que uno no añora tener pareja. Claro que uno se siente mal infinidad de veces. Cuestiona a Dios, al universo, la vida, las mascotas y hasta los sitios de citas por internet, infinidad de veces. Pero uno, en el proceso, también descubre, como decía nuestro amigo Borges, “que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores”. Uno aprende a sentarse a comer su postre favorito sola, a cantar a todo pulmón sola, a disfrutar de sus hobbies sola, y a apreciar a todas aquellas personas- casadas y solteras- que vienen a nuestra vida, porque llenan el corazón y el alma. Y uno aprende que uno es fuerte, que puede arreglar la tapa del inodoro, usar un taladro y que los tutoriales de YouTube son una gran cosa a la hora de arreglar emergencias de todo tipo.
Así que si usted es de ese 75% de mujeres salvadoreñas que no tuvo un 14 de febrero espectacular, sepa que yo le envié un ramo de flores a mi mamá de parte de mi papá- su novio eterno desde hace casi 59 años- y acto seguido me mandé a” mí de mí” un montón de lirios para alegrarme el alma y decorar mi jardín solitario desde hace 11 años. Yo sé que nunca voy a poder igualar el récord de mis padres (que,dicho sea de paso, se casaron mayores para su época), pero puedo esperar que la vida me sorprenda cultivando un jardín hermoso, o echándole más tierra a un desierto.
Recomiendo, como lectura, el poema “Y Uno Aprende” de Jorge Luis Borges. Hace mucho bien al alma.
Educadora, especialista en Mercadeo con Estudios de Políticas Públicas.