Como que el entusiasmo de la limpieza de las playas se ha ido apagando por varios factores, entre ellos la pandemia. A pesar de que dicha práctica se hace con el debido distanciamiento, no es fácil, requiere de logística, participación y coordinación. El voluntariado de la limpieza de la costa, muchas veces en ellos aflora el sentimiento de amor por el océano y el medio ambiente, pero también se necesita la estimulación y el acompañamiento de lo público y lo privado. Caminar varios kilómetros de playa, bajo el intenso sol y el calor no es fácil; con bolsas plásticas para ir recogiendo los desechos, plástico, latas y hasta peligrosos pedazos de vidrio, no es fácil recoger todo lo que los irresponsables dejan en nuestra costa.
Además es decepcionante que las playas se vuelvan a ensuciar La gente se atiene a que llegan los “voluntarios” a limpiarlas. Limpiar playas es una forma de compensar. Las empresas que producen plástico de un solo uso, cuyos desechos se encuentran tirados en la arena, como envases de bebidas, latas, tapones, vasos, etc. deben tomar más protagonismo en esta acción tan importante.
La limpieza de las playas debería ser una iniciativa permanente, que sea apoyada por el sector público y privado, que genere oportunidades (empleos verdes) y desarrollo en las comunidades costeras. Ya no ser una acción altruista, publicitaria, que está de moda, sino que está encaminada a disminuir la contaminación, que eduque a la gente a preservar el océano y las especies marinas. Por parte del sector público, proporcionar terrenos para los planteles de acopio y separación (que sean accesibles) también aplicar las multas y sanciones legales para los que no se cansan en contaminar y destruir la costa con su mala educación, haraganería y egoísmo.
El sector privado no tiene que andar con medias tintas. Debe comprometerse, urge invertir, capital de trabajo, recurso humano, planificación y monitoreo. Limpieza permanente.
El microplástico es un problema que proviene de la mala educación de contaminar la costa. El ecologista Ricardo Navarro, de CESTA, afirmó que “cada ciudadano del planeta estamos consumiendo el equivalente en plástico de una tarjeta de crédito cada semana”. El microplástico se encuentra, en los peces, lo han encontrado increíblemente en la placenta humana, hasta en las nubes, en la sal de mesa, etc. Un estudio del equipo del laboratorio de Toxinas Marinas (Labtox) de la Universidad de El Salvador hecho del año 2018 al 2019 indica sobre la preocupante situación de la contaminación por microplástico en la costa salvadoreña.
El estudio hace énfasis en que la problemática de la contaminación se deriva de la comodidad de la gente, que desecha sin reflexionar.
En dicho estudio, la populosa playa El Majahual se llevó el primer lugar en concentración de microplástico, segundo lugar El Espino, tercer lugar Punta Chiriquín y cuarto lugar, la Barra de Santiago. Sin políticas ambientales bien diseñadas es difícil superar los retos y problemáticas en los municipios costeros. Actuemos por el océano.
Publicista y ambientalista/Chmendia