La educación es uno de los principales factores que promueven el desarrollo y progreso de un país. Esta permite que todo individuo cuente con la capacidad y el conocimiento necesario para acoplarse, transformar y aportar positivamente a la sociedad donde se encuentre. Sin embargo, con la llegada de la pandemia del covid-19 a El Salvador, el sistema educativo se enfrentó a un reto sin precedente. Tanto el sector privado como el sector público se vieron obligados a trasladarse de una educación presencial tradicional a una educación virtual en tan solo 24 horas. Esto evidenció carencias y deficiencias que el sistema viene sufriendo incluso antes de la pandemia, pero que no se veían como una realidad que a una gran parte de la población salvadoreña vive.
Según datos del MINED, y tomando como parámetro la educación media en 2018, el porcentaje de estudiantes con acceso a internet en la zona rural abarcaba un 54.2%, mientras que el porcentaje de la zona urbana era del 73.7%. Al enfrentarse a la pandemia y con la digitalidad como único medio para poder dar continuidad a la formación académica, adoptar esta modalidad educativa ofrece no hizo más que aumentar en dificultad, lo cual lleva a la interrogante: ¿será que los estudiantes pueden recibir educación virtual de forma efectiva? ¿Es únicamente necesario contar con equipo tecnológico o se requiere de algo más?
El hecho de pasar a la virtualidad en un tiempo tan corto y sin preparación previa implicó un retraso en el desarrollo social y académico de los estudiantes salvadoreños. Del mismo modo, los docentes y el personal de las instituciones educativas se encontraron en una situación inédita y cuanto menos compleja, ya que la única forma de llegar a los estudiantes era a través de la vía digital. Agravante de ello fue que no todos los docentes contaban con las habilidades y las destrezas que la educación virtual exige y esto sin contar que las clases debían impartirse desde sus propios hogares y que no necesariamente contaban con el equipo o las condiciones idóneas para ello.
Volviendo a la óptica estudiantil, un cambio tan drástico en la modalidad educativa, la incertidumbre del contexto sanitario actual, la falta de medios económicos para equiparse tecnológicamente y el impacto emocional de la pandemia llevó a muchos hogares a cuestionarse si valía la pena continuar con la educación virtual y qué tan capaces serían los estudiantes de realmente adquirir conocimientos por la vía digital.
Tanto los hogares que optan por una educación en el sector público como las que lo hacen en el sector privado se vieron afectadas por, en promedio, una reducción de ingresos económicos a raíz del aumento en la tasa de desempleo y la reducción de la actividad económica. Como consecuencia, esto implicó que muchos de los estudiantes se encontraran en una situación económicamente desfavorable, dificultando obtener los requerimientos básicos para una educación completamente virtual versus una completamente presencial.
En síntesis, los retos causados por la pandemia del covid-19 implicaron un cambio drástico para el sistema educativo en el país. Dicha crisis sanitaria es un llamado de atención dirigido al Gobierno, al MINED y a todas las autoridades competentes para que se tenga la iniciativa de fortalecer e innovar la educación. Esto puede hacerse por medio de estrategias que promuevan las habilidades tecnológicas, pedagógicas y formativas que potencien el desarrollo social y académico de estudiantes y docentes.
Estudiante de Ciencias Jurídicas.
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)