Hubo un tiempo en que El Salvador era ejemplo para el mundo. Nuestra capacidad de trabajo nos calificó como “los Japoneses de Centroamérica”; en que fieles a nuestra tradición de amor a la libertad y a la unión, fuimos la sede de la ODECA, y abanderados del Mercado Común Centroamericano. Y enseñamos al mundo cómo terminar una guerra mediante un Acuerdo de Paz sin vencedores ni vencidos.
¡Qué triste nuestro panorama actual! Con un gobierno que rechaza la democracia, la separación de poderes, la libertad de expresión y desconoce nuestra Constitución. Con un mandatario todopoderoso, que maneja a sus antojo los tres poderes del Estado, que ganó masivamente una elección, estrangulando los demás partidos políticos negándoles la deuda política y dejando a las alcaldías sin FODES para desarrollar proyectos que les permitieran ganar el voto ciudadano en la próxima elección.
Un país que vive de la mentira y de la propaganda, idolatrando un ególatra que aspira a mantenerse en el poder, para llevar a cabo sus proyectos personales rodeado de una camarilla de funcionarios serviles. Bukele carece de la talla de un estadista interesado en el bienestar del pueblo. Como jugador empedernido, dedica todo su tiempo a convertir al país en un gran casino, mediante el Bitcóin y la creación de una ciudad paraíso de apostadores, especulando con la criptomoneda, perdiendo millones de dólares y olvidando las necesidades de la gente que lo eligió.
¡Nunca habíamos caído tan bajo! Bukele ha mancillado el honor de la República, con ocasión de la sangrienta invasión de Ucrania por el déspota Putin, ubicándose del lado de los pueblos que rechazan la democracia y el derecho de un pueblo soberano de vivir en paz, tras 30 años de vida independiente, liberado ya de la bota soviética. Desoyendo el llamado del representante de la UE, El Salvador no firmó la condena de la OEA, ni se unió a los 141 países que demostraron su rechazo a Rusia. Doloroso ver a El Salvador al lado de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Dan vergüenza las burlas que el trasnochado presidente dirige al Presidente de los Estados Unidos, país que alberga a varios millones de salvadoreños, que con sus remesas contribuyen en gran manera a mantener nuestra debilitada economía.
Como dan vergüenza las absurdas declaraciones de funcionarios dedicados a adular al mandatario y justificar sus actitudes, demostrando su falta de criterio y su total desconocimiento de la historia. El vicepresidente, figura invisible, cuyo único logro ha sido pavimentar el camino para la reelección presidencial, prohibida explícitamente en la Constitución, se atrevió a decir con estilo cantinflesco: “Que no pronunciarse es una forma de pronunciarse” y no tiene reparo al afirmar que “Mientras Nayib no se pronuncie, mal haríamos nosotros en estar dando opiniones”. Demostrando que debe solicitar permiso para opinar. También el diputado Auerbach alaba el silencio traidor de su jefe: “El gobierno se va a preocupar más de los problemas y las repercusiones” de esta guerra. Y Numan Salgado: “Para manifestarse y tomar postura hay que conocer los hechos. Estamos viendo que hay muchas versiones, pero no se tiene una certeza del por qué”. Se ve que don Numan aplazó Geografía e Historia Universal pues desconoce la formación de la Unión Soviética ni se ha enterado de su desmembramiento con la caída del Muro de Berlín, y por eso no entiende las razones del conflicto, que periódicos y noticias internacionales han explicado con detalle y fotografías. Pero el pueblo salvadoreño, amante de la democracia, condena la agresión Rusa y apoya de corazón los esfuerzos del noble pueblo de Ucrania en su lucha por la libertad.
Maestra