En relación con el aumento del nivel promedio del mar, como se trata de promedio, no debe pensarse en términos de lo que vemos ahora en cualquier playa e imaginarlo un metro más arriba, pues inundaría mucha más tierra.
El aumento promedio desde 1993 fue de 3.2 mm por año, pero entre 2014 y 2019 fue 5mm por año. En julio de 2017, por ejemplo, Groenlandia perdió más de 30 000 millones de toneladas de hielo en tres días. En su informe de 2019, el IPCC indica que al ritmo actual el nivel del mar aumentaría entre 0.6 cm y 1.1 metros para el año 2100, pero que si se reducen las emisiones el aumento sería de entre 0.3 y 0.6 cm. Para poner esto en perspectiva, conviene recordar que una reducción de 0.1m, es decir, 10cm, significa que hasta 10 millones de personas menos resultarían afectadas por el aumento del nivel de las aguas.
Así las cosas, con un aumento de 1.5°C entre 70% y 90% de los arrecifes de coral desaparecerían, pero morirían por completo con un aumento de 2.0°C. En relación con el Ártico, con un aumento de 1.5ºC el deshielo total sería cada 100 años, pero con un aumento de 2.0ºC eso ocurriría cada diez años. Este deshielo estival abre nuevas rutas de navegación interoceánica que afectarán otras rutas y ya ha hecho que países se replanteen sus objetivos estratégicos esa región, a aumentar su presencia militar, y a despertar los apetitos por los recursos naturales que están en su subsuelo, pues, de acuerdo con el Servicio Meteorológico de los Estados Unidos, puede tener 160 mil millones de barriles de petróleo y un 33% de gas aún por descubrir.
La Antártida, el lugar más frío, ventoso y seco en la Tierra, también se está derritiendo, y en marzo de este año la temperatura subió a 40C. Además, la capa de hielo en el mar antártico fue inferior a 2 millones de kilómetros cuadrados desde que se empezó esta medición en 1979, y la península Antártica, esa punta más cercana a Suramérica, es uno de los lugares de más rápido calentamiento en el planeta: casi 3ºC durante los últimos 50 años.
Otro efecto del calentamiento global en los océanos se relaciona con la pérdida de velocidad de la Circulación Termobalina, que funciona como una “cinta transportadora”que hace que los océanos “absorban, almacenen y redistribuyan grandes cantidades de calor solar alrededor del globo”. Esta corriente se está desacelerando por el calentamiento del planeta, y entre su larga lista de consecuencias hay que mencionar inviernos más fríos en Europa, más y mayores sequías en Europa y en América, ecosistemas trastornados, gran impacto en las pesquerías, en la agricultura, más acumulación de gases en la atmósfera y la extinción masiva de especies.
El deshielo también se da en tierra y amenaza, por ejemplo, el permafrost, es decir, aquellas capas de suelo o roca que han estado bajo 0°C durante miles de años, y que cubre 20% de la superficie de la tierra en lugares como Canadá, Siberia y Groenlandia. Un gran peligro es la liberación de virus que el hielo ha tenido atrapados por siglos y siglos y para los que los seres humanos de hoy no tienen anticuerpos. Un equipo de científicos perforó un glacial en el Tíbet y en muestras de hielo de hace 15 mil años encontraron 33 tipos de virus, 28 de ellos totalmente desconocidos. En los últimos años hemos sido testigos de la forma y de la rapidez en que un virus se ha propagado por el mundo.
Ahora bien, las cosas no terminan allí porque hay que agregar que el cambio en la inclinación del eje de la tierra puede haber sido por el cambio climático. La inclinación del eje de la tierra no es fija y puede moverse por la manera en que el agua está distribuida, es decir, cambios en la hidrósfera (la parte del planeta que ocupan todas las aguas, océanos, lagos, ríos, todo el resto de masa de agua y las corrientes); la atmósfera, los océanos y la tierra sólida.
Sin embargo, en los años 1990 hubo una alteración que un estudio de Geophysical Research Letters, una publicación de la American Geophysical Union, publicado en marzo de 2021, considera que es probable que la deriva polar de la década de 1990 se deba a cambios en el almacenamiento del agua terrestre, por ejemplo, por el acelerado derretimiento de las capas de hielo que caen anualmente en los océanos como consecuencia del calentamiento global, y por la extracción de aguas subterráneas, pues en el curso del último medio siglo se han sacado 18 billones (trillion inglés) de toneladas de agua de acuíferos subterráneos y, como no se han remplazado, en algunas partes del mundo las reservas de agua se han secado. Y por esta misma razón, de acuerdo con un estudio del Instituto de Tecnología de Bandung, partes de la ciudad de Yakarta se han hundido hasta cuatro metros desde 1978, cuando empezó esta medición, y a principios de 2020, por ejemplo, las inundaciones forzaron a unas 400 mil personas a desplazarse. Así las cosas, a principios de este año el Parlamento indonesio aprobó la construcción y traslado de la capital a la isla de Borneo, a unos 2 mil kilómetros de Yakarta. Se llamará Nusantara y será una ciudad inteligente con cero emisiones.
En todo caso, desde 1980, la deriva polar ha sido de unos 3.96 metros (13 pies), pasó de sur hacia oriente alrededor de 1995 y la velocidad promedio de esa variación fue 17 veces mayor en el período 1995 - 2020 que en el período 1981 – 1995. El cambio de la inclinación de la tierra resulta en veranos más cálidos e inviernos más fríos.
Los científicos son claros y enfáticos: se acelera el deterioro del medio ambiente y pronto se llegará a un punto en que si no se hace nada el daño será irreversible. Pero también nos dicen que todavía hay tiempo, pero no mucho, para hacer cambios fundamentales y evitar los problemas que de no hacer nada serán catastróficos. Hay tiempo, pero la pregunta es: ¿Sabremos aprovecharlo?
No se trata de asustar. Es la sencillísima realidad, y de lo que se trata es de hacer conciencia para tomarse esto con la seriedad que exige y actuar con la premura que reclama.
Hagámonos todos un favor: ¡Escuchemos a la naturaleza!
Ex Embajador de El Salvador en Francia y Colombia, ex Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia, y ex Representante adjunto en Turquía, Yibuti, Egipto y México.