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Nueva visión de manejo de aguas transfronterizas

Al terminar la lectura de los informes sobre la salud del planeta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1988, queda la sensación de que tenemos sobre nuestras cabezas una espada que cuelga de tan solo un pelo de la crin de un caballo.

Por Francisco Galindo Vélez | Jun 03, 2022 - 15:56

"Produce una enorme tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha”, dijo Víctor Hugo hace bastante más de un siglo, confirmando así la singular sensibilidad y la particular visión de los poetas. Porque es verdad, desde hace mucho tiempo la naturaleza nos habla, nos dice que está sufriendo, pero no la escuchamos.
En un escrito anterior (EDH 21.03.22), se plantea la idea de que Centroamérica, ante el rápido deterioro del medio ambiente y las consecuencias que se sabe traerá,adopte una visión regional de sus aguas transfronterizas, saladas y dulces; es decir, de aguas centroamericanas. Es la forma para que esta región haga frente al cambio climático, contribuya a sanar la tierra y evite, o por lo menos mitigue, los problemas de seguridad humana que traerá y que pondrá en peligro la paz y la seguridad en la región y en el mundo. Este modo diferente de relacionarse entre países transformaría este grave problema en una oportunidad para finalmente, y de manera certera, avanzar hacia el desarrollo y convertir la región en una verdadera zona de paz que brinde oportunidades a su población y mejore su calidad de vida.
Al terminar la lectura de los informes sobre la salud del planeta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1988, queda la sensación de que tenemos sobre nuestras cabezas una espada que cuelga de tan solo un pelo de la crin de un caballo.
El calentamiento del planeta se debe al efecto de los gases de efecto de invernadero que atrapan el calor y tiene gravísimas consecuencias. Conviene empezar por lo que ha ocurrido hasta ahora con un aumento de la temperatura de 1.2ºC desde 1850: sequías e inundaciones más intensas, afectación de los arrecifes de coral, derretimiento de capas de hielos, aumento del nivel del mar y desertificación, entre muchos otros. Y he aquí un dato que deja en qué pensar: en el corto período que va de 2011 a 2015 la temperatura aumentó 0.2ºC. No cuesta imaginar, entonces, lo que significaría un aumento de la temperatura de 1.5ºC, 2.0ºC o más.
Cuando se habla de cambio climático, científicos y especialistas usan conceptos como efecto de invernadero, que se refiere al fenómeno natural que retiene el calor en la tierra y que la hace vivible, pues permite una temperatura promedio de 14ºC, muy diferente de los 18ºC bajo cero que sería la realidad sin el efecto de invernadero, pero el problema es que por la cantidad de gases de efecto de invernadero que se lanzan a la atmósfera por la actividad humana, este ciclo natural se ha alterado y la tierra se está calentando demasiado, y a un ritmo muy acelerado; cambioclimático antropogénico, que trata de la contaminación ambiental por actividades humanas, generalmente por desechos químicos o biológicos, a diferencia de aquellos que suceden en la naturaleza sin intervención de las personas; mitigación, es decir, políticas y medidas adoptadas y aplicación de tecnologías para limitar y reducir emisiones de gases de efecto de invernadero, pero también para aumentar la capacidad de absorción de esos gases; y adaptación, que se refiere a medidas e iniciativas que deben adoptar los países para reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y protegerse del impacto que viene por el cambio climático.
De acuerdo con un informe de 2018 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), para ese año, estos tres gases habían aumentado, respectivamente, 114%, 259% y 123%. En general, entre 2015 y 2019 se lanzó a la atmósfera 20% más de gases que durante el período 2010 – 2015. Ahora bien, Centroamérica solo emite el 0.5%, pero los estudios demuestran que “es el ‘punto caliente’ más prominente de los trópicos y emerge como la zona más vulnerable al impacto del cambio climático”. A esto hay que agregar que no está al abrigo de lo que pasa en el resto del planeta. Y he aquí otro dato interesante: la OMM también señala que las cuarentanas impuestas por la pandemia de COVID 19 solo redujeron temporalmente las tasas de emisiones de carbono y que no hay indicios de un crecimiento más ecológico.
Los efectos del calentamiento global significan, entre otros, el aumento del nivel del mar con un impacto negativo no solo en la vida marina sino también en la física de los océanos, extinción de especies en aguas dulces y saladas, sequías y desertificación, temporadas secas y húmedas más intensas, tormentas tropicales más fuertes, extinción de flora y fauna, menor capacidad de los sumideros de carbono (bosques, océanos, suelos) de absorber calor, riesgo de nuevas enfermedades por transmisión animal (zoonosis), o por el deshielo de partes del planeta que han estado permanentemente congeladas hasta ahora (permafrost), aumento de la pobreza y de la desigualdad, e importantes desplazamientos de personas dentro de sus propios países y hacia otros países, entre otros. Y todo esto se traduce en amenazas a la paz y la seguridad internacionales, la democracia y los derechos humanos.


Ex Embajador de El Salvador en Francia y Colombia, ex Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia, y ex Representante adjunto en Turquía, Yibuti, Egipto y México.

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Medio Ambiente Opinión

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