Muy fresco tengo el recuerdo del desastre nuclear en Chernóbil, en ese entonces mi padre tenía acceso a cables internacionales a noticias calientitas y a pesar de no estar desarrollado el internet como en los años 90, la información estaba al alcance antes de entrar a la sala de redacción. Fue el peor accidente nuclear de la historia moderna y ocurrió en plena Guerra Fría en 1986, apenas me encontraba en segundo grado de primaria, pero siempre mostraba interés y curiosidad por las noticias internacionales y la información que mi padre siempre llevaba al hogar.
El desastre ocurrió en una ciudad modelo y muy diferente a la realidad soviética de mucha precariedad. Chernóbil era muy occidental. Se dice que el icónico reactor se sobrecalentó a niveles sumamente peligrosos y estalló y desató una feroz radiación a varios kilómetros a la redonda y una nube toxica radioactiva Macechaba más territorios y buscaba extenderse por toda Europa a tal punto de poder cruzar el Atlántico y llegar por medio de los vientos a América (como cruzan los polvos del Sahara en la actualidad). Recuerdo que en unos de esos cables se advertía de tener cuidado con las tormentas acidas en nuestro país y las personas lo asociaban a Chernóbil. Pero de ninguna manera influyó sobre Centroamérica el desastre nuclear.
Según un reportaje acucioso producido por la BBC de Londres, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) había puesto a un idiota al frente del reactor nuclear, quitando a los científicos competentes. Como suele suceder en América Latina, los partidos políticos dan méritos a los que sudan la camiseta y no a los inteligentes. Pesó más la ideología apegada al PCUS que el conocimiento técnico y científico del delicado puesto al frente del reactor, el descuido y la ignorancia técnica desembocó en el peor desastre nuclear de la historia.
A principios de febrero de 2023 las redes sociales se sacudían conmocionadas por fotos que mostraban un desastre en una localidad en Estados Unidos, East Palestine, en Ohio. Un tren se había descarrilado e incendiado sus vagones se transportaban peligrosos químicos, entre ellos el cloruro de vinilo; sin embargo, lo que más me perturbó y llamó la atención de este furor por el hecho es que lo comparaban con el desastre de Chernóbil, nombrándolo “el nuevo Chernóbil de Estados Unidos”. Un accidente ferroviario de índole químico con un accidente nuclear.
Algunos medios cuestionaban el hermetismo de la noticia y la vaga información al respecto por parte del gobierno estadounidense. Eso nos hacía olfatear un indicio de sensacionalismo, alarmismo y desacreditación del actual del gobierno estadounidense. Lo prudente era esperar que se enfriara la situación para ver el trasfondo tendencioso, sobre todo cuando insisten en atizar las supuestas teorías conspirativas y estrategias de desinformación, como Rusia lo hace.
Para complicar más la información , explota la crisis entre China– EE.UU. por los globos espías que violaron el espacio aéreo de Estados Unidos y Canadá. Posteriormente se mostraron imágenes de aviones de combate derribando un de los globos y pocos días después el presidente Biden enardece a la opinión pública y especialmente a los republicanos al afirmar que ya había tenido conocimiento de más vuelos de estos globos espías que vulneraban espacio aéreo de zonas militares y de plataformas nucleares. Por si fuera poco, el alto mando del Pentágono informaba que pilotos de aviones de combate habían derribado objetos voladores no identificados a cierta altura de la atmósfera y en espacio aéreo de EE.UU.
OVNIS serían tendencia, desempolvando este tema que tanto apasiona a los norteamericanos de una posible invasión extraterrestre, eso sin tomar en cuenta el análisis científico y los programas millonarios de la NASA que buscan indicios de vida inteligente en otras galaxias. Muchos pensaron se trataba de una cortina de humo para tapar el desastre ambiental.
En un objetivo reportaje de France 24, donde el moderador invita a dos expertos químicos, uno mexicano y otro argentino, aseguran que la crisis del descarrilamiento se trató con absoluto profesionalismo y encajado en el protocolo, si hubo daños al medio ambiente, a la flora y fauna del lugar, al suelo, si hubo efectos secundarios en las personas (mareos, vómitos y dolor de cabeza), pero no se han contabilizado decesos por el hecho aún. Y ambos manifestaron que es totalmente exagerado comparar el descarrilamiento del tren y los químicos con el desastre nuclear en Chernóbil.
El proceso de una extracción y quema de los químicos (gases) de manera controlada originó nubes tóxicas, que como dicho gas es muy pesado, pudo originar una explosión más lamentable en dicha zona y hubiera sido mortal, pero en síntesis se concluyó que el manejo mediático se magnificó y se mal informó a las personas. Pero las autoridades hicieron lo que tenían que hacer apegadas al protocolo de emergencias.
En Twitter: @Chmendia
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