En su Encíclica Laudato Sí sobre el cuidado de la casa común, el Papa Francisco dice que “el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”, y hace hincapié en que “la humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”.
La colaboración y la solidaridad son indispensables para superar el desafío del cambio climático, entre países y entre ciudadanos en sus propios países. La situación de los países no desarrollados es muy complicada y delicada, pues se enfrentan a algo en lo que ellos han tenido poco que ver. El financiamiento de esta lucha contra el cambio climático es un gran imperativo, y se han desarrollado diferentes formas para facilitarlo.
Las fuentes de financiamiento son múltiples, multilaterales y bilaterales y con variedad de modalidades. Entre estas modalidades se encuentran los bonos de carbono que son una suerte de certificado de reducción de emisiones en que cada bono equivale a una tonelada de C02 en la atmósfera y se vende para que el comprador mitigue su huella de carbono; los bonos verdes que emiten entes públicos o privados para financiar proyectos que benefician el medio ambiente; canjes de deuda, en que la deuda que se tiene se puede canjear por proyectos de mitigación y de adaptación; préstamos concesionales con tiempos de pago más largos y tasas de interés más bajas; subvenciones y donaciones que no requieren reembolso.
Una importante fuente de financiamiento es el fondo de 100 mil millones de dólares que se ha establecido por el Acuerdo de París. ¿Cómo está esa movilización? Según un informe de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, fechado de noviembre de 2021, para 2019 se habían movilizado 79.6 mil millones de dólares para combatir el cambio climático, la mayoría, 79%, fondos públicos, que se han facilitado en forma de préstamos a tasas de interés del mercado.
Otros fondos multilaterales de financiamiento del cambio climático son, por ejemplo: el Fondo verde para el clima (GCF), que es el mecanismo financiero de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que busca contribuir de manera contundente a la adaptación y mitigación del cambio climático; el Fondo Especial para el Cambio Climático (FECC), que apoya proyectos y programas de adaptación y de transferencia de tecnología; el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), que otorga donaciones y proporciona asistencia para proyectos ambientales; el Fondo para los países menos adelantados (FPMA), otro mecanismo de la Convención Marco sobre el Cambio Climático cuyo objetivo es apoyar a los países menos desarrollados altamente vulnerables al cambio climático; y el Programa ONU-REDD para la reducción de emisiones, deforestación y degradación de bosques en países en desarrollo.
El sector público y el sector privado tienen un importante papel en la lucha contra el cambio climático, esto es indudable, pero es primordial que cada sector tenga claras responsabilidades. El Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos declaró en junio de 2019 que ante la parálisis de los Estados durante largo tiempo, muchos ven en el sector privado una esperanza, pero recalca que “‘el historial de la industria de combustibles fósiles deja en claro que el exceso de confianza en los actores con fines de lucro casi garantizará violaciones masivas a los derechos humanos’, ya que los más ricos serán atendidos y los más pobres marginados”.
Por esta razón, el Relator Especial añade que solo“confiar al sector privado la lucha contra la crisis del clima puede conducir a una nueva segregación entre ricos y pobres que permita a los primeros escapar a los peores efectos del calentamiento global y a los segundos sufrir esos efectos hasta las últimas consecuencias”, y, así, llevar a un “apartheid climático”.
Sector público y sector privado deben trabajar juntos y tener una estrecha colaboración en la lucha contra el cambio climático, cada uno con claridad sobre sus responsabilidades, pues aquí no se trata de aumentar la pobreza y la exclusión porque son inhumanas y porque a mediano y largo plazo provocarían más conflictos, inestabilidad, violencia y sufrimiento. En algunos países del mundo, y de Centroamérica, esta es la gran oportunidad para limar fracturas que generan exclusión y conflictos sociales, y para eso es fundamental aplicar de manera simultánea los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales.
Ex Embajador de El Salvador en Francia y Colombia, ex Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia, y ex Representante adjunto en Turquía, Yibuti, Egipto y México.