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Educar a la siguiente generación

Todos somos responsables de formar y capacitar a nuestro relevo generacional actuemos ahora y esforcémonos por: educar en los valores de la laboriosidad y del compartir, de la honestidad y la austeridad, del sentido ético-religioso de la vida, para que desde la familia (primera escuela) se formen hombres nuevos para una sociedad más fraterna

Por Salvador Gómez

Todos los que deseamos y trabajamos por construir una sociedad mejor sabemos que:

“Los anhelos de vida, de paz, de fraternidad, de felicidad... La lucha por la dignidad y la integridad de la persona humana… comienza en la familia” (Conclusiones de Aparecida #468)

La familia es la encargada de vivir, custodiar y transmitir los valores humanos y cristianos que deseamos continúen siendo el estilo de vida de nuestra sociedad.

Cuando la familia deja de cumplir esta misión ¿quién educa a la siguiente generación?

La tarea educativa la debemos realizar todos, al menos todos los que estamos conscientes de que el lamento, las quejas, la frustración no ayudan a cambiar la situación. Es hora de pararnos responsables y asumir la responsabilidad de ser formadores y mentores de la siguiente generación. “Lo que hemos oído y aprendido lo que nuestros padres nos contaron no lo callaremos a sus hijos a la otra generación lo contaremos” (Salmo 78, 3-4).

¿Cómo realizar esta misión?

1. VIVIR LOS VALORES QUE QUIERO TRANSMITIR
Los niños y los adolescentes aprenden más por imitación que por instrucción. Vivir es la mejor manera de transmitir, nos están observando, nos están viendo, nos están oyendo y están aprendiendo: trabajemos como queremos que ellos trabajen, divirtámonos como queremos que ellos se diviertan, relacionémonos como queremos que ellos se relacionen y oremos como queremos que ellos oren.
Todos los adultos en el lugar donde nos encontremos y haciendo lo que hacemos, somos mentores y formadores de la siguiente generación.

2. PROTEGER, EDUCAR Y FORMAR A LAS NIÑAS
La Biblia dice: que un hijo (varón) mal educado es una vergüenza para su padre, pero una hija mal educada es una ruina (Cf Eclesiástico 22,3-5)

Todo el tiempo y los recursos que se inviertan en la educación y la formación de las niñas son semillas que darán fruto en la siguiente generación, ellas son madres no solo por el hecho biológico de la maternidad sino porque son la “matriz” que sirve de modelo, de ejemplo, de guía para los seres humanos del futuro.

“Tanto en la familia como en las comunidades eclesiales y en las diversas organizaciones de un país las mujeres son quienes más comunican, sostienen y promueven la vida, la fe y los valores. Ellas han sido durante siglos el ángel custodio del alma cristiana del continente. Este reconocimiento choca escandalosamente con la frecuente realidad de su marginación, de los peligros a los que se somete su dignidad, de la violencia de la que es objeto muchas veces. Aquella que da y defiende la vida le es negada una vida digna. La Iglesia se siente llamada a estar del lado de la vida y defenderla en la mujer” (Conclusiones de Santo Domingo #106)

3.APOYAR O INICIAR PROYECTOS JUVENILES.
Apoyar con tiempo y dinero todas las iniciativas de formación, capacitación, lo mismo que las diferentes actividades deportivas, culturales, religiosas y recreativas destinada a los niños y los jóvenes, sino las hay en la comunidad donde estemos pues nos toca iniciarlas, acompañar a los jóvenes hoy, nos libra de luchar contra delincuentes mañana.

“No nos cansemos de obrar el bien que a su debido tiempo nos vendrá la cosecha sino desfallecemos. Por tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe” (Gálatas 6, 9-10)

Todos somos responsables de formar y capacitar a nuestro relevo generacional actuemos ahora y esforcémonos por: educar en los valores de la laboriosidad y del compartir, de la honestidad y la austeridad, del sentido ético-religioso de la vida, para que desde la familia (primera escuela) se formen hombres nuevos para una sociedad más fraterna donde se viva la destinación universal de los bienes en contexto de desarrollo integran. (Conclusiones de Santo Domingo #200).

Que Dios bendiga nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos les de la fortaleza y la sabiduría para encontrar soluciones creativas frente a los nuevos retos que tendrán que superar.

Predicador Católico/

salvadorgomezoficial.com

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Cristianismo Jóvenes Opinión

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