Por "No sé con qué armas se peleará la Tercera Guerra Mundial pero sí sé con cuáles se peleará la cuarta, con palos y piedras” dijo Albert Einstein hace poco menos de un siglo. Definitivamente a todos preocupa una conflagración entre potencias, pues conlleva el riesgo del uso de armas nucleares y el fin de buena parte de la Humanidad. Es muy triste porque en las guerras los que sufren y mueren no son los que las deciden sino personas que muchas veces no saben siquiera por qué luchan ni cuáles son sus verdaderos objetivos. Pero la tiranía siempre debe ser combatida, sin miedo y con aplomo, aún con riesgos, pues la pérdida de la libertad es peor que la muerte.
La infame invasión a Ucrania por parte de Vladimir Putin es una de esas guerras que es necesario pelear, los ucranianos para defender su libertad y las demás naciones para estar del lado justo y proteger al débil. Es cuestión de principios. Y digo por parte de Vladimir Putin y no de los rusos porque ésta es una guerra en la que no está de acuerdo gran parte del pueblo ruso, aun cuando son bombardeados por información falsa. En Rusia no hay forma de conseguir información fidedigna. Putin ha prohibido el uso de Internet y la información que reciben es la que el régimen aprueba. Él trata de convencer al pueblo de que la invasión tiene el propósito de defender a Rusia de los peligros que implica Ucrania y que sus fines son meramente preventivos. Mentira del tamaño de Rusia misma. Son fines imperialistas, retrógrados y propio de mentalidades mesiánicas. Es algo personal como algo personal fue para Hitler la guerra y su anhelada fantasía de conquistar el mundo.
No hay motivo válido para la invasión, mucho menos para la saña con que se ha planificado, bombardeando escuelas, hospitales, centrales de energía nuclear, y asesinando civiles desarmados que huyen. Pareciera un genocidio étnico, con la diferencia que rusos y ucranianos comparten la misma sangre.
Putin calculó mal en varios sentidos. Pensó que las acciones militares serían contundentes y rápidas, que el pueblo de Ucrania, lejos de defenderse, los recibiría con alegría, y que el costo sería manejable. Pero los ucranianos han mostrado más coraje del que tenía previsto (llegando incluso a poner en desventaja a los rusos en una guerra hasta ahora convencional). Los costos de una lucha que se ha prolongado son enormes, y existe el riesgo real que Rusia se dirija a la quiebra. Tiene como tabla de salvación a China, pero los chinos difícilmente van a arriesgar sus negocios con occidente y su posibilidad de llegar a ser una superpotencia económica por defender a un aliado que ha caído en desgracia. El dinero manda.
Con los caminos cerrados Putin puede, además de acabar con la guerra y salvar a Rusia, amenazar con un ataque nuclear. Sería un suicidio y la forma más tonta de actuar, pero su personalidad hace posible este extremo. Las potencias democráticas han actuado con cierta vacilación. Es probable que piensen que lo mejor es apostar al desgaste ruso. “A este enemigo no se le debe disparar, mejor es esperar que caiga solo”, parecen pensar los estrategas de Occidente. Mientras tanto ya hay tres millones de refugiados, miles de muertos, y el riesgo de una crisis económica mundial. Definitivamente, los tiranos no sólo se perjudican a sí mismos, se llevan a muchos de encuentro.
Médico Psiquiatra.