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Rehenes de tiranos

Putin no es el único autócrata que persigue y mantiene como prisioneros a los desafectos que se atreven a desafiar sus arbitrariedades y atropellos. Digamos que sencillamente pertenece a un club de indeseables que anteponen el deseo de perpetuarse en el poder al derecho básico de libertad al que aspiran los pueblos.

Por Gina Montaner
Periodista

Pocos días antes de que se cumpliera un mes de la invasión rusa a Ucrania, una corte en las afueras de Moscú condenó al opositor Alexander Navalny a nueve años de cárcel en una prisión de máxima seguridad. No era la primera vez para Navalny, quien ya lleva encarcelado más de dos años. Sólo se trataba de la ratificación por parte del gobierno de Vladimir Putin de que, a la vez que perpetra crímenes contra la humanidad en Ucrania, en Rusia la oposición continuará siendo oprimida.

Bajo cargos de supuesto fraude que la policía política ha fabricado contra el líder más destacado del bloque opositor, Putin pretende amordazar a sus críticos y no le tiembla el pulso a la hora de dar órdenes para eliminarlos. En el caso de Navalny, a quien el servicio de espionaje ruso intentó envenenar en el pasado con agentes químicos, el maltrato al que ahora es sometido es lento pero evidente: apareció en el banquillo muy demacrado y delgado. No es peregrino sospechar que en su encierro sufre abusos que minan aceleradamente su salud mental y física.

Mientras Navalny y otros opositores se consumen en el presidio político en Rusia, desde el Kremlin, además de dirigir los bombardeos indiscriminados contra civiles en Ucrania, también se ordenan blancos específicos, como ha ocurrido con la periodista rusa Oksana Baulina, asesinada en un bombardeo en Kiev mientras filmaba para el sitio web de investigación The Insider. Baulina había colaborado con la fundación anti corrupción que presidía Navalny y desde la cual se ha denunciado con lujo de detalles la trama de corrupción de Putin y los oligarcas que lo sostienen. Todo parece indicar que la periodista era una codiciada presa para el rencoroso gobernante.

Pero Putin no es el único autócrata que persigue y mantiene como prisioneros a los desafectos que se atreven a desafiar sus arbitrariedades y atropellos. Digamos que sencillamente pertenece a un club de indeseables que anteponen el deseo de perpetuarse en el poder al derecho básico de libertad al que aspiran los pueblos.

Mientras en Rusia y Ucrania se sufre la violenta sinrazón de un dictador, en Latinoamérica dos de sus aliados mantienen en prisión a quienes les hacen sombra por aspirar al cambio. Hablamos de Cuba y Nicaragua, donde los opositores están cumpliendo severas condenas por medio de juicios que son puras farsas. Bajo el régimen de Miguel Díaz Canel, encargado de sostener la línea continuista del castrismo, los manifestantes de la ya histórica jornada del 11-J cumplen penas draconianas. En cuanto a Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo, dos de los impulsores del tema Patria y Vida, una canción protesta que sacudió a la isla y al mundo, están aislados en prisiones de máxima seguridad y su estado de salud es muy precario.

Si en Cuba el miedo y la represión forman parte de la vida diaria desde hace más de seis décadas, en Nicaragua Daniel Ortega, discípulo y amigo de los hermanos Castro desde su juventud, ha conseguido acorralar a los opositores que pretendían acabar con su gobierno de terror presentándose a las elecciones. En otra pantomima judicial, acaban de condenar a ocho años de arresto domiciliario a Cristiana Chamorro en un caso en el que también ha sido condenado su hermano Pedro Joaquín. Ambos pertenecen a una de las familias que más luchó contra la dictadura de Somoza y su madre, Violeta Barrios de Chamorro, se convirtió en presidenta en 1990 derrotando al actual mandatario en su primer término. Ortega se siente amenazado por Cristiana como en su día le sucedió con Doña Violeta.

Vladimir Putin, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega son sólo tres ejemplos (no olvidemos a los disidentes en la China de Xi Jinping)  de esa lamentable lista de personajes que en el pasado y el presente no han tenido reparos en aplastar a quienes podrían acabar con sus autocracias no por medio de la violencia, sino con el arma más potente y letal contra los tiranos: poner al descubierto sus desmanes y reducirlos a la nada en las urnas. Por eso toman rehenes sin comprender que el pensamiento libre no puede ser secuestrado. [©FIRMAS PRESS]

 

Escritora y periodista/Twitter: ginamontaner

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Invasión De Rusia A Ucrania Opinión Vladímir Putin

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