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¿Hasta cuándo?

Se requiere el ejercicio del mando con voluntad férrea de defender los ideales que hemos jurado defender, y no ayudar a destruirlos, es necesario una voluntad a toda prueba

Por Mauricio Ernesto Vargas

El principio de empleo, la forma en que se está usando a la Fuerza Armada, no es acorde con la Constitución. Esta no otorga esas facultades, competencias y ámbito. No hay legalidad alguna que la justifique, es una confusión en “el rol de la Fuerza Armada dentro de una sociedad democrática”. Se nos habla desde el régimen, de un Estado de derecho, pero es el primero que lo viola y representa una desnaturalización sistemática de la institucionalidad armada.

Por el recorrido de mi vida profesional aprendí que en tiempos normales las diferencia entre militares y civiles no genera mayor problema, pero cuando los militares nos convertimos en soporte de un gobierno, el roce entre civiles y militares deriva en consecuencias dolorosas y, regresada la normalidad, sobre los militares recae el escarmiento y la venganza.

Me siento orgulloso de mi profesión militar y por ello en los Acuerdos de Paz se impulsó el ejercicio de nuestra profesión, siguiendo “ideales” profesional, obediente, apolítico, y no deliberante. Debe quedar atrás el lastre de aquellas competencias políticas e ideológicas propias de la sociedad civil y que estaban presentes en el componente militar. Para ello se requiere el ejercicio del mando con voluntad férrea de defender los ideales que hemos jurado defender y no ayudar a destruirlos. Es necesaria una voluntad a toda prueba. Con la disposición de actuar dentro de la Constitución, que impone los límites a nuestros ideales, el respeto a las leyes, el respeto al derecho y los acuerdos que definieron como “el papel de la Fuerza Armada dentro de una sociedad democrática

La amnesia institucional nos enfrenta después de 30 años de firmados los acuerdos de paz a la toma de la Asamblea legislativa, las detenciones arbitrarias en la cuarentena, espantar chapulines, seguridad pública, repartir cajas de alimentos exaltando a individuos, cuidar casetas chivo, apoyos logísticos con intenciones abiertamente políticas, cuidar funcionarios y familiares, conductores de microbuses y buses, hasta el uso de nuestros material, personal, y equipos para trasladar personas a proyectos políticos. Todo opaca el profesionalismo institucional y todos los ideales a los que nos debemos, produciendo efectos contrarios a nuestro que hacer como institución.

Desechemos como institución todo aquello en materia política e ideológica, alejémonos de estos temas y dejémoslos a las autoridades civiles de quienes son propias, la relevancia esta, en saber leer la historia. Me duele, me entristece, ver cómo en lugar de alejarnos de ese triste pasado, nos introducimos para contribuir a que siga siendo visible. El pasado se parece demasiado al presente.

Démosle dimensión a la frase de Manuel José Arce, revivamos nuestros ideales: “El Ejército vivirá mientras viva la República”, lo que significa la existencia, de separación de poderes, la presencia de pesos y contrapesos, la vigencia plena de libertad, la sujeción a las limitantes constitucionales y a las leyes en nuestro hacer y, por supuesto, el respeto a los derechos ciudadanos. Solo así se hace posible, y se puede justificar la existencia de nuestra Fuerza Armada, la cual a lo largo de nuestra historia ha escrito páginas de gloria.

El mando, las funciones, y los servicios deben ser ejercidos y deben estar revestidos del honor y la dignidad militar, respeto de las leyes, y aun a costa de nuestras vidas, resguardar, la soberanía del Estado y la integridad territorial. No es saludable para ningún soldado, el sometimiento institucional, solo les recuerdo lo que muchos de nuestros soldados están pasando hoy, por la complicidad y que no se tuvo el coraje de corregir en su momento.

General retirado.

 

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Fuerza Armada Inseguridad Ciudadana Opinión

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