Quiso Kania, el fascinador de esfinges, aprender el Irya —el arte del buen conducirse. Simha, la quimera —que había accedido a transmitirle el saber divino a cambio de su vida— acostumbraba ilustrar al adepto mediante sus desconcertantes enigmas. Así, un buen día, le formuló el siguiente: “Dime, viajero desnudo y de pies ligeros; que has tropezado en la tierra y hoy quieres andar en las estrellas: ¿Cuál es el animal que anda en nueve patas? El nueve que es el camino de la soledad... ” Debía ser el Hombre en su dramático naufragio de soledad. Pero Kania se había olvidado a sí mismo y por lo tanto había olvidado al Hombre. “Ayúdame a recordar, divina Esfinge, que soy más olvido que hombre... ¿Quién es ese desdichado viajero como yo que tiene tan rara costumbre de caminar en nueve patas?” “Lo habrás visto deambular en tus lejanas ciudades, huyendo de su destino. Al principio de su existencia la criatura de quien te hablo anda en cuatro patas. Cachorro salvaje del erial, tiene que gatear y arrastrarse, iniciando así el camino para irse de casa. (VII) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>
"Irya": el arte de conducirse por la vida
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Por Carlos Balaguer | Ago 21, 2022 - 15:37