Simha —la quimera— formuló el enigma: “Dime, criatura perdida del erial, ¿cuál es el animal que en el alba llora, canta al amanecer, ruge al mediodía, en la tarde calla y al crepúsculo sueña con el día que vendrá? Kania no pudo responder, porque se había olvidado a sí mismo. Había olvidado al Hombre, al engendro de eternidad que era. Desnudo, ya sin llanto, sin canto, sin rugido, sin su voz de viento en las montañas. “Puedes devorarme, fiera implacable. Heme aquí, desnudo del ayer y del mañana, porque tú, perversa cantora del samsara, me has arrebatado el tiempo y el amor. Es destino de los hombres sin tiempo, olvidar el ayer y el mañana, y ser devorados por esfinges doradas como tú. Kania tensó el arco y disparó una flecha al corazón de la Esfinge. Fue su última y triste victoria, asesinar a la Esfinge y al Hombre. Porque asesinarla a ella era asesinarse a sí mismo. De esa forma el cazador de fábulas fue cazado por sí mismo. Ya no se los vio ni a él ni a la quimera Simha en las eternas dunas. La última batalla se había librado en el seco y desolado erial. (VI) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>
Enigma de los hombres sin tiempo
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Por Carlos Balaguer | Ago 18, 2022 - 14:40