Pedí a Ghudakesh (Señor del Sueño) que me mostrara el sueño de la vida y me mostró la vida de un sueño. En aquel encuentro —del que nadie supo jamás hasta ahora— me condujo hasta la orilla del eterno océano, diciendo: “Todos nacimos en el mar. Las mareas nos arrastraron el día de la Creación, sacándonos a tierra firme. Estando allí olvidamos volver. Volver al origen divino. Al empezar a andar nos fuimos de paso —como los días y los barcos; como la vida misma— ya no en el agua sino en la tierra. Al venir a la vida ignoramos haber nacido del mismo océano universal de la imaginación divina. Y es que olvidamos al pez que un día fuimos. El animal del mar que antes vino a tierra y se quedó en ella. Pero en esos siglos vividos, tierra adentro —tal vez borrados por el tiempo mismo— muchas leyendas quedaron viviendo en el viento y la memoria. Aunque sus protagonistas hubieran desaparecido de la faz de la tierra o del espejismo del oriente”. Abriendo el zurrón de piel de delfín, Ghudakesh me entregó un legajo de páginas donde iban escritas leyendas olvidadas. Hojeando —ya a solas—los pergaminos del mar que me entregara la divinidad, encontré algo insólito e inesperado: La leyenda de mi propia vida. Por ello, si alguna vez te encuentras con la deidad, pídele ver el sueño de la vida y, en cambio, te habrá de mostrar la vida de tu sueño.
Leyendas del mar, la divinidad del sueño
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Por Carlos Balaguer | Jul 04, 2022 - 15:30