Luego de atravesar el umbral de la "Ciudad de la Divina Luz” encontramos una fuente de aguas quietas. Nos inclinamos hacia el espejo de agua para ver nuestro reflejo. Allí estaban nuestros rostros azul índigo, viéndonos desde la lejanía. Lo que veíamos era el sueño de nosotros mismos. Indra -el oriente- se soñaba a sí mismo; en tanto Karuna era el sueño de sí misma. Estelar ilusión de algún dios desconocido; belleza del divino espejismo. “Ambos somos seres modificados por la creación humana” –dijo Karuna, revelando algo que desconocía: confesó que yo –como ella— habíamos sido creados en un laboratorio de la eugenesia. “Somos ellos –dijimos, viendo nuestras caras en la fuente. En algún lugar del planeta Tierra -o de cualquier constelación- estarán ellos, nuestros dobles”. Metimos la mano en el agua para estrechar las manos de nuestro espejismo. Luego vimos hacia el infinito. “¿Quiénes somos?”-pregunté. “No importa –dijo ella. Simplemente aparecimos a la vida y -luego de unos instantes- desapareceremos en el agua.” Después el viento estelar agitó la fuente y nos borramos en el tiempo. (XXXI) <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C.Balaguer-Amazon)>
Rostros del divino espejismo
Por Carlos Balaguer | Abr 05, 2022 - 20:18