Despiadadas batallas contra el tiempo y el amor, que terminan venciéndonos; aniquilándonos como a un trigal, cuando se dora la espiga de su destino fugaz. Lo único que quedaba era la vida. Aunque Kania tuvo que morir siete veces, antes de lograr la victoria final contra la muerte. Después de eso ya no pudo morir. Condenado a vagar eternamente la grandiosidad de su locura y de su ensueño, fue un desconcertante engendro de la eternidad. Murió en dos asaltos contra hordas de bandidos. El que era un ladrón, pero de sueños y de esfinges. Sus desaparecimientos no extrañaban a nadie. Eran sus muertes constantes, que sólo dejaban un vago rastro de soledad. Otra vez Kania murió en el amor, al fin otra forma de morir. Esa vez le vieron partir en una caravana de mercaderes y ya no volvió, tal vez porque muere más el que queda que el que se va, porque no tiene ciudades a donde ir... Su cuarta muerte fue durante un naufragio, donde no hubo sobrevivientes. Sin embargo, Kania apareció años después en Tilo, un puerto de gran comercio. (II) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>
Morir en el amor y en las batallas
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Por Carlos Balaguer | Ago 14, 2022 - 18:48